7. La fuente sagrada

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Y del otro lado, Lyna y Meli arrojaron a la abuela, al pato y al viejo libro  en la carretilla y corrieron a toda velocidad. Los gatos los seguían de cerca.

Avanzaban sin parar, sus corazones latían descontrolados. ¿Y si no lo lograban? Pero de un momento a otro, los felinos desaparecieron.

—Los perdimos—dijo Melina, sin respiración.

—Y nos perdimos—le respondió su hermana, mirando alrededor.

Lyna estaba confundida... "¿Cómo pudieron escapar esos gatos, si corrían casi más rápido que nosotras?". La pregunta volvía una y otra vez a su cabeza, pero decidió que no era momento para pensar en eso.

—No nos alejemos tanto, estamos cerca de la casa todavía. Deberíamos ver si encontramos la fuente—propuso.

—Y los gatos... ¿cre-creen que vo-volverán—preguntó la abuela con dificultad.

—Quiero pensar que no—respondió Melina.

Las hermanas recogieron algunos troncos que encontraron a su alrededor, no muy pesados para que pudieran manejarlos pero sí lo suficientemente fuertes para causar daño si alguien los atacaba, y, todavía agitadas, se pusieron a buscar la fuente acompañadas por la bebita y el pato.

El bosque les resultaba aún más tenebroso ahora, que no seguían un camino concreto sino que vagaban de un lado al otro en busca de algo que ni siquiera sabían cómo lucía.

Pero luego de una larga y algo agobiante caminata, escucharon un sonido que llamó su atención: una mujer cantaba a lo lejos.

Lyna les hizo señas a las demás para que se quedaran quietos y en silencio. Sujetó con fuerza uno de los palos y se acercó lentamente al lugar desde el que provenía la voz. Se  escondió detrás de un árbol y se asomo para comprobar lo ya que suponía: ¡era ella, la bruja que había convertido en bebé a su abuela!

La fuente era grande, majestuosa. Estaba ubicado en un pequeño claro del bosque. La mujer estaba dentro, de espaldas, y llevaba puesto un largo vestido púrpura.

El cerebro de Lyna funcionaba sin parar. Una mezcla de pensamientos se agolpaban y no podía decidir qué hacer. ¿Debían atacarla? No, sonaba como un plan terrible. ¿Esperar a que se fuera en un lugar un poco alejado y luego regresar? Parecía mejor idea.

—Pueden presentarse frente a mí—dijo la mujer en voz alta, interrumpiendo sus pensamientos—. Sé que están cerca, mis gatos los vieron.

En ese momento, los cuatro gatos salieron de entre los árboles y se sentaron junto a la fuente.

Todos los miembros de la familia estaban muy asustados. Si bien buscaban que la abuela volviera a su forma original, luchar cara a cara con la hechicera que la había transformado era lo último que deseaban. Parecía una mujer poderosa, y las posibilidades de salir con vida del bosque se habían reducido drásticamente.

—Vámonos—susurró Melina a lo lejos, y aunque su hermana intentó leer sus labios, no entendía lo que decía.

El tiempo se había detenido y cada segundo parecía una eternidad. Querían irse de allí, pero recordaban a la perfección lo que habían leído en el libro: la abuela corría grave peligro.

Lyna hizo señas a su familia para que se acercara y salió del árbol donde estaba escondida. Solo la suerte decidiría cómo terminaría la historia.

—Así que vinieron a buscarme... Ustedes acompañaban a la vieja que quería volver a sus días de gloria, ¿no es cierto?—les dijo mirándolos uno a uno mientras salía del agua—. Le di juventud, ¿ahora qué quieren?

Una familia anormal *El misterio de la hechicera*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora