Las luces se apagaron, Reki prosiguió a inmiscuirse en sus sábanas. Con el pasar de los minutos el nerviosismo y temor se mezclaban en su estómago, casi se imaginaba como su cuerpo todavía se encontraba digeriendo la cena de hoy.
Una sensación de repulsión se plantó en él y con una mueca alejó el pensamiento de expulsar hacia afuera todo lo que contenía adentro. Se sentía asqueado.
Los minutos se hicieron horas, las cuales pasó maldiciendo su desasosiego y desesperación. Él ya quería dejar de hacer caso omiso a sus deseos e impulsos.
Por dios, él quería irse.
Cuando por fin marcó la hora acordada; en sumo silencio siguió el plan.
Con movimientos lentos y precavidos, Reki se levantó de su cama, logrando por primera vez en toda su vida que su cama no rechinara.
Sus dedos comenzaron cosquillear de adrenalina, temía enormemente ser descubierto. Una sensación desagradable de instaló en su pecho, oprimiendo, y luego recorrió todo su cuerpo, una inquietud e intranquilidad tremenda lo embargaba.
Estaba ansioso.
No, hoy no. Pensó para sí mismo, frustrado consigo.
Clavó sus uñas en su propia carne, fuerte y dolorosamente, debía contenerse. El dolor iba a mitigar su ansiedad, no era la solución deseada, pero en ésta situación no encontró otra solución. Se mordió el labio inferior para evitar soltar cualquier quejido sobre el ardor que circulaba en ambas palmas. Sus uñas aún se aferraban más allá de su piel.
Bien, sigue adelante. Se ordenó. Entonces, dejó de ejercer presión, sus manos temblaban ligeramente. Las sacudió tratando de disipar el dolor.
Y de ahora en adelante, ya sabía de memoria que hacer. Que lugares pisar y cuales no. Agudizó su audición, si llegaba a escuchar alguna pisada sabría distinguir de quién sería y como proseguir. Solo esperaba que sus emociones no le jugaran en contra, como usualmente.
Debía tener mucha precaución. Y con ello, sacó con cuidado el bolso bajo su cama. Logró hacerlo. Suspiró, y se sintió liviano, aliviado.
Es demasiado pronto para ésto. Sacudió su alivió para reemplazarlo por cautela.
Sacó la ropa de debajo de su almohada. El holgado buzo fue sencillo de poner. El pantalón fue cuestión de equilibrio, si se apoyaba en algo corría riesgo de hacer ruido.
Debí dormirme vestido. Si bien ya lo había pensado anteriormente, lo hubiera hecho, pero el temor de ser descubierto se lo impidió.
No se colocó los zapatos, sería más ruidoso de esa forma y no iba arriesgarse, se los pondría al salir. Por eso, ya lo había previsto y ya los tenía guardados en el bolso. Si lo hubiera hecho ahora el cierre generaría sonido.Ya listo, siguió. Llegó a la puerta de su cuarto. Salir por una ventana o algo como las películas sería genial, pero por algo era ficción. Además no pasaba por ahí.
Cerrada, por supuesto que lo estaría. Cuestionó.
Había dejado entreabierta la puerta, pero su madre conocía el truco, claro que la cerró. Su ceño se frunció, se encontró derrotado. Pero lo intentaría de igual forma, no se iba a rendir ahí.
Se buena puerta y no hagas ruido.
Deslizó suavemente la manija de la puerta. Y por alguna razón toda sensación de adrenalina pareció drenarse, ya que de improviso comenzó a sentirse fuera de sí. Su concentración se fijó en él y no en la situación. Sintió las náuseas de hace un rato, el revuelto en su estómago, el punzante ardor en sus palmas, el leve temblor de su cuerpo y la aceleración de sus latidos.
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||Vamos a dejarlo ser||▪︎[Dedicatoria]
Fiksi PenggemarNo es rendirse, es aceptar. Es dejarlo ser. A veces es necesario tratándose de algo inevitable. Con todo el dolor ostensible, el remordimiento innecesario y la aspera amargura; aceptarlo. Eso pensé al irme de hurtadillas de mi 'hogar', sintiendo rec...