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"Ema, déjame informarte de forma muy lamentable que te usaré para expiar mis pecados".

"jajaja, expiar tus pecados dices, podrás ser perdonado legalmente al ser utilizado por el gobierno, también aceptado por la sociedad gracias a su miedo y conformidad pero no te equivoques al final de todo te terminaras pudriendo en el mismo lugar ".

"¿y tú qué vas a saber de eso?"

"por favor estás conversando con un demonio, tú háblame de pecados y yo te cantaré el abecedario".


Recuerdos de un viejo pasado y conversaciones navegaban por su mente todas las noches haciendo que sus noches no fueran muy des-estresantes aunque admitía que amaba recordar esas platicas despreocupadas y  absurdas que siempre tenía junto con sus compañeros de clases/internado, siempre se les ocurría decir cada tontería que pudieran sin importar la situación o lugar donde se encontraran, pero para el pesar de varios esos tiempos ya no eran más que vagos recuerdos de personas con las que ahora solo podía soñar y ver en tristes y a la vez alegres fotografías.

Se quiso levantar de la cama pero cuatro brazos la aprisionaba a sus dos lados, unas pequeñas y delgadas extremidades cuyos dueños se negaban a dormir en otra habitación que no fuera en la que se encontrara Ema, algo muy tierno a mi parecer.

Con mucho cuidado de no despertar a los niños se los logró quitar de encima para después irse a arreglar para ir a trabajar a la escuela. Ya se encontraba en Japón, la noche pasada había llegado junto con el par de gemelos y sus compañeros para que cada quien pudiera hacer sus respectivas tareas como maestros; se encontraba en el departamento que compartía con sus viejos amigos que más que todo los podríamos describir como sus hermanos debido a sus años juntos y cercanía.

Había decidido no quedarse por el momento en el departamento que tenía con su pareja pues aún no se sentía segura de presentar a los niños con su actual pareja, no era que no confiara en Hawks sino que no sabía bien que les depararía el futuro, sabía que pronto se tendría que casar sí o sí  pero lo que todavía no decidía era si seguía las reglas de la realeza para mantenerse con su protección o simplemente casarse con alguien que ama sin importarle nada que pensara o hiciera la realeza mundial.

Dejando eso de lado adelantemos un poco las cosas y vayamos a sus queridas y cansadoras horas como maestra, el día estaba bastante tranquilo la verdad, dió economía a unos grupos de primero y después se dedicó a dar matemáticas avanzadas al 3-A quienes se morían de aburrimiento en esa materia pero no era culpa de ellos ni de Ema, tan solo piénsenlo a quien en su sano juicio le importaría saber despejar la X cuando estás estudiando para ser héroe y vas en tu ultimo año, mas sin importar el  aburrimiento que tenían intentaban demostrar el mayor interés posible en la clase para que su linda profesora no se sintiera mal pues no impartía para nada mal la materia y hasta la mayoría gracias a ella se habían regularizado en la clase solo que eso no le quitaba el hecho de lo aburrido que era.

Sonó el timbre del almuerzo para suerte de todos lo que significaba que no tendrían que hablar más de formulas y algebra por el resto del día cosa que a más de uno les hizo sacar un dulce y tranquilizador suspiro de descanso cosa que provocó la  tierna risa de su joven maestra.

-Bien creo que nos salvamos por hoy de esta tortura y como no quiero que al llegar a casa me gane sus maldiciones más sinceras no les marcaré tarea esta semana-dijo con una brillante y dulce sonrisa al ver las caras ruborizadas de sus alumnos al verse descubiertos.

Todos salían del salón después de despedirse de Ema quien guardaba sus cosas sin ninguna prisa pues hoy el día no había sido tan cansado como para correr a echarse al sofá de la oficina al solo tocar por primera vez la campana del descanso; antes de que la mayor del lugar lograra salir, un grupo de tres jóvenes se acercó a ella con unas cajas en los brazos y una sonrisa en los labios.

¿hija?[bnha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora