-Ya casi termino.
Seishu Inui no conoció el verdadero dolor hasta que recibió una paliza de Taiju Shiba, quién meses atrás se había ganado a puño limpio el honor de liderar a la nueva generación de los Black Dragons. El sueño de revivir la vieja gloria de la pandilla que había reservado durante su larga estancia en la correccional era una realidad, le había devuelto así como el sentido de pertenencia. No obstante, al igual que todo en la vida, hubo un precio a pagar y en este caso se trataron de las reformas hechas por el mismo sujeto al que ahora llamaba jefe. Taiju era tan temible como admirable; con su fuerza bruta hizo de los Black Dragons un pelotón de soldados amaestrados para atacar en cuanto diese la orden. Cualquier error, por más insignificante que fuese, era motivo suficiente para ganar un castigo ejemplar que él se encargaba de ejecutar públicamente, no sólo como un acto de humillación, sino también a modo de advertencia. Naturalmente, ningún miembro de la pandilla estaba exento de ser molido a golpes por el jefe, ni siquiera aquellos de rango superior.
-Al menos no te dejó inconsciente como al idiota de la otra vez -comentó Koko en tono burlón-. Lloriqueaba como un niño pequeño, ¡era patético!
Los suaves toques del algodón empapado en alcohol contra su mejilla derecha lo hacían estremecer; estaba hecho mierda. No recordaba con exactitud la razón del castigo. A veces, los detonantes se trataban de cosas tan insignificantes que cualquier otra persona pasaría desapercibidas... Excepto Taiju.
-Ah, ese imbécil con la doble perforación en la ceja derecha -respondió Seishu en voz baja después de hacer un esfuerzo por recordar a cuál de tantos sujetos patéticos se refería-. Si mal no recuerdo, estuvo internado en el hospital una temporada.
Koko asintió mientras tomaba una almohadilla de gasa del botiquín de primeros auxilios.
-Me gustaría sentir empatía por alguien así, pero es bien sabido que el jefe no tolera a los cobardes -dijo al asegurar cuidadosamente el retazo de tela encima del raspón con cinta médica-. Listo, Inupi; ¡como nuevo!
Tener el rostro magullado era común para alguien que estaba entregado en cuerpo y alma a la delincuencia, pero Seishu se encontraba lejos de verse normal cuando sus heridas sanaban por completo. La maldición de su cicatriz dolía más que los golpes de Taiju o cualquier otro pandillero al que se había enfrentado en el pasado, era un recordatorio constante del accidente que había hundido a su familia en la desesperanza y, por consecuente, también a Koko. Prefería evitar a toda costa pensar en los daños colaterales del siniestro, aunque era difícil teniendo en cuenta que la prueba de la desgracia cubría permanentemente el lado derecho de su cara.
-Sería bueno que te recostaras en el sillón a descansar -aconsejó Koko en lo que cerraba el botiquín-. Iré a la tienda de conveniencia por la cena.
Seishu se encontraba exhausto y el local más cercano estaba relativamente alejado del escondite, por lo tanto, la posibilidad de reposar al menos unos veinte minutos resultaba prometedora. Seishu se incorporó solo para desplomarse en el viejo sillón, recostó la cabeza en el descansabrazos y cerró los ojos casi al instante.
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It Was Only a Kiss [Tokyo Revengers; Kokonui]
Fiksi Penggemar۞ Sinopsis ۞ Hajime y Seishu, mejor conocidos como Koko e Inupi, son amigos de la infancia y han compartido desde la más grata sorpresa hasta el dolor más punzante. Entre otras palabras, son una dupla inseparable. Pero, ¿qué pasaría si uno de ellos...