Las crónicas del Rey

Prefacio

Poder. Esa palabra siempre ha sido para muchos, sinónimo de grandeza. Durante siglos el poder ha sido la llave de los grandes para lograr sus bárbaros o nobles cometidos. El poder es tomado como ventaja. Poder, poder, poder y más poder. Es en todo lo que las mentes pequeñas pueden pensar para llegar a la cima, para lograr sentarse en tronos de soberbia, tiranía y falso valor. El poder puede cegar, cambiar y enfermar a cualquiera. El poder no está apto para todos, se necesita de mente fría, autocontrol y algunas veces buenas intenciones para controlarlo.

Todos anhelan el poder, pero hasta eso tiene precio, un precio tan alto que no cualquiera está dispuesto a pagar, no todos tienen la osadía de condenarse de tal manera. Sin embargo existen otros cuantos que nacen con tal maldición de herencia. Un poder oscuro, obtenido con sangre, vidas y injusticia. Un poder del que por más que intenten no pueden escapar.

En ocasiones el poder se convierte en laberinto sin salida de almas inocentes, te arrebata la cordura y en algunos casos hasta el corazón, te convierte en tu propio verdugo.

Te atrapa y te encarcela en una jaula de oro, así es, te rodeas de riquezas, súbditos, atención y "veneración" pero ni tan esplendoroso brillo borra el hecho de que la jaula es una prisión. Ninguna ave está lista para el cautiverio jamás y las que nacen dentro de la jaula aspiran a salir y explorar más no están realmente listas para tal libertad. No importa la perspectiva, de alguna manera el poder termina por consumirte y no solo a ti si no a todo aquello y aquellos que te rodean. Y así es como la cadena de el poder continúa creciendo, atrapando almas, oscureciendolas, corrompiendolas.

El poder es la destrucción más efectiva que el ser humano a desarrollado a lo largo de los años y la única que prevalecerá hasta el fin de los tiempos. ¿Cómo saberlo? Tan solo espera a conocer Las crónicas de un rey. Donde la oscuridad será el poder más eficaz para derrocar a los monstruos.