Las crónicas del Rey

Capítulo #06

Caminaba con la mirada en el suelo y poco a poco mi paciencia se agotaba con cada mínima risa o comentario que hacía Emeryk de camino al castillo. Sabía que tal accidente no lo olvidaría tan pronto y ahora lo usaría como un arma contra mí cada vez que quisiera algo.

— Muy buena táctica de cortejo Eírian, llamaste muy bien su atención. Y también la de los comerciantes— soltó una risa y por mi parte solté un gruñido

— Te juro Emeryk que sí no cierras la boca mandaré a pedir tu enorme cabezota— solté en molestia provocando una vez más la risa de mi leal amigo— Eres una molestia

— Oh vamos Ian, fue divertido— rodé los ojos— Además, le dijiste tú nombre. Ese sí que fue un avance—

— Pase el ridículo más grande en toda mi vida Emeryk. ¡La peor de las humillaciones!—

— Me gustaría contradecirte pero...— me miró con diversión— Pero es imposible, fue un momento realmente vergonzoso— Y una vez más soltó una sonora risa acabando totalmente con mi paciencia

— ¡Ya tuve suficiente!— le empuje haciéndolo tropezar y continúe mi caminar siendo seguido por el quien entre risas me pedía que me detuviera.

Fue así como entre empujones, risas y amenazas llegamos por fin a nuestro destino. No pasaba de medio día y el lugar estaba tranquilo. Iba decidido a entrar directamente hasta mi habitación para poder tomar un baño cuando de pronto el recuerdo de la palabras de Emeryk llegaron a mí cabeza

"Ellos están aquí"

"Llegaron ayer por la noche"

Esto sería un problema, pues sabía que ninguno de los dos me dejaría tranquilo hasta dentro de muchos siglos. Rápidamente desvíe mi camino en dirección a los establos sabiendo que está era mi mejor opción hasta ahora.

— Oye amigo, la entrada está por allá— señaló a sus espaldas siguiendome—

— Ya lo sé— respondí sin mirarlo

— ¿Entonces por qué vas por allá?—

— Porque ellos están ahí dentro— me detuve de golpe y lo mire— Si llegarán a verme así no me dejarían tranquilo en mucho tiempo y no estoy dispuesto a eso— negué y seguí caminando

— Quizá no están en el castillo, quizá salieron a caballo— negué de inmediato

— Los conozco, ella no sale a caballo antes del mediodía— mire a los costados y entre al pequeño jardín que estaba antes de llegar a los establos— Usaré el pasadizo que siempre uso, además mi padre debe estar...

—¡Eírian!— aquella dura y frívola voz me hizo parar en seco. Gire una vez más sobre mis pies y me tope de lleno con la figura de mi padre, acompañado de dos guardias. El último hombre que quería ver en estos momentos.

Resignado me detuve a esperar que llegara a dónde estábamos nosotros. Sabía que un largo sermón me esperaría a raíz de esto, sin embargo lo que ocurrió momentos después me dejo perplejo.

Todo parecía correr en cámara lenta, mis ojos seguían con detenimiento cada movimiento de los dos guardias que seguían a mí padre los cuales se abalanzaron directamente a Emeryk.

Fue hasta que ambos lo sujetaron con rudeza obligandole a inclinar la cabeza ante mi padre que tome nuevamente conciencia del tiempo.

—¡Basta! ¡Déjenlo!— ordene mientras trataba de safar el agarre de ambos sobre mi amigo

—¡¿Qué le has hecho a mí hijo?!—

La cuestión de mi padre me dejó totalmente asombrado. Todas las piezas habían caído en su lugar dando a entender todo aquello. El asumió que Emeryk me había dejado de esta manera.