Capítulo #04

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—Acércate buscador— una voz grave y un tanto tétrica se hizo escuchar— Acércate y pregunta, acércate y responde. Acércate buscador, cuéntale a los astros ¿Qué es lo que ha visto el rey?.

¿Qué es lo que ha visto el rey?. Posiblemente aquel hombre me estaba confundiendo una vez más con mi padre, con el entrecejo fruncido me acerque a paso lento hacía dónde se encontraba él.

Aquel sujeto bajó la capucha que le cubría el rostro, mostrando a un hombre de más de sesenta años, piel morena, estatura promedio y unos brillantes ojos amarillos. Con su mano derecha sostenían un baculo el cual sabía estaba hecho de la misma madera de aquel enorme y antiguo roble, el cual tenía grabado algo en lo que parecía ser latín.

Fue hasta que estuve de frente a él que comprobé que el idioma que estaba inscrito era latín. Su mirada me analizo de pies a cabeza, como si tratase de ver debajo de mí piel, algo más allá de lo visible. Se sentía como sí estuviese echando un vistazo a mi alma.

—¿A qué has venido, jóven rey?— nuevamente su voz grave se alzó entre el silencio—

—Me temo que está confundido, señor. Yo no soy un rey— corregí

—Ten por seguro Eírian, que mis ojos no se confunden y lo que se les muestra siempre ha de ser acertado—

Le mire con confusión, ¿A caso se refería a visiones?. El notó mi confusión y asintió a la pregunta no formulada por mí parte, estuve apunto de hablar para hacer preguntas pero el fue más rápido y comenzó a hablar primero.

—Los astros nos otorgan regalos a aquellos que nacemos diferentes, especiales.— explicó— Los dioses nos entregan las herramientas necesarias para cumplir con nuestros propósitos en el plano terrenal y después de eso es cuando abandonamos nuestro cuerpo mortal y ascendemos nuevamente a el espacio espiritual.

—¿Entonces eso es lo que pasa cuando morimos señor? Nos convertimos en...

—Luz— finalizó por mí y golpeó sin fuerza el suelo con el baculo, mientras que algunas de aquellas inusuales lucesitas comenzaban a rodear mi cuerpo— Sin embargo Eírian, existen algunos seres que tienen un destino diferente—

—¿A qué se refiere con diferente?— cuestioné mientras con mi mano sostenía una luz—

— Este mundo está lleno de criaturas, con diferentes formas, tamaños, habilidades, habitad y tiempo. Ciertamente existimos aquellos que en su debido tiempo volvemos al lugar que pertenecemos. Pero... Por otro lado aquellos que su alma ha sido desprendida de su cuerpo en su mayoría son destinados a vivir en un solo plano. Ellos no pueden trascender ¿Lo comprendes?.

Asiento un par de veces y trago saliva para después preguntar:

—¿Y qué es lo que pasa con ellos señor?— los ojos amarillos de aquel hombre se fijaron en mí y fue cuestión de segundos para obtener respuesta.

—No mueren, no abandonan el plano terrenal. Se vuelven lo que llaman, inmortales. Sin embargo no todo es siempre eterno de la misma manera.

—¿No? ¿A qué se refiere?— arrugue ligeramente el entrecejo

— El cuerpo mortal puede ser destruido más su alma o lo que queda de ella no. En caso de alguien con magia, esta misma permanece eterna, puede cambiar su forma o su recipiente más sin embargo no la fuerza o la naturaleza.—

—¿Pero como destruir algo que no tiene alma, algo inmortal?— me arriesgue a preguntar.

— Me temo Eírian que esa respuesta no es la indicada para la verdadera razón por la cual estás aquí. —

Las crónicas del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora