Capítulo 2: Madness

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Sujete mi cabeza entre mis manos, en un acto de completa desesperación. ¿Qué me sucede? No sé. En cualquier momento la voy a perder. Las piernas me tiemblan, las palmas me sudan fríamente y mis ojos húmedos y llenos de lágrimas, sin motivo alguno por el cual quiera llorar.


-Dios mío...-murmuré tratando de no hacer tanto y despertar a mi hermana.


Después de la cena y algunas bromas de parte de la pequeña enana, todos fuimos a la cama dispuestos a dormir; mi madre y mi hermana, yo aún no lo logro. Recuerdo haber ido a mi habitación y haberme acostado en la cama, pero nunca haber llegado a la habitación de Sky y sentarme en su cama.


-¿Qué me sucede?-tire de mi cabello. Mi hermana se movió incómodamente en la cama, como si ella sintiera lo mismo que yo. Sin confirmar nada la mire preocupado escuchando un pequeño suspiro de parte de ella. –Tranquila, enana. Estoy contigo-prometí viendo como fruncía el ceño. 


Mis sentidos se alertaron cuando algo se movió en la esquina de la habitación, paralizándome y dejando mi espalda totalmente recta. Emociones dentro de mí empezaron a crecer y un dolor como el cáncer de mi estómago se activó al instante. ¿Cómo es eso posible? No lo sé. Solo sé, que nada sé.


Espera


¿Qué?


Ahora me puse de filósofo como Sócrates. Definitivamente estoy loco y tonto. Y quizá esa sea una de las cosas que más me asusten, cosas como mi propia imaginación.


-Tommo-me llamo alguien. Pegué un respingo asustado, mire a Sky profundamente dormida pero esta vez removiéndose como si alguien la estuviera sujetando en lo profundo de su sueño. Quise despertarla al ver como pequeñas lágrimas brotaban de sus parpados aún cerrados. 


No fue ella.


El miedo se esfumó por un momento y quise bufar. Hasta lo que parece ser un fantasma me llama Tommo.


Mire alarmado a la esquina, pero no había nada. Ahogué un grito cuando escuche un gemido ronco y suplicante que venía de esa cosa.


La criatura en frente mío, se arrastró hacia la cama de mi durmiente hermana. Mi cuerpo reaccionó interponiéndose en su camino, me puse en pie y estire las extremidades para protegerla con mi cuerpo. El sudor frío ahora estaba en mi espalda y mis piernas temblaban como gomas, queriéndome hacer caer de rodillas, pero mi fuerza de voluntad y amor a esa pequeña niña me lo impedían.

En cierta forma esto era como un deja vú y a la ves un extraño sentimiento de desconfianza se oprimían en mi pecho y no me dejaban respirar.


El extraño ser se levantó quedando en dos patas; tal como un humano. Y para continuar, tomo la figura de una esbelta mujer más alta que yo por una cabeza.

Quise que la tierra me tragara al sentirme preso del pánico. Mi lugar favorito pasó en mi cabeza como un flash y fue cuando desee estar en el más que cualquier otra cosa. Sky estaría lejos de esa cosa, porque yo la llevaría conmigo y trataría de evitar cualquier cosa que le ocurriera.

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