CAPÍTULO 2: CHICAGO

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Candy despertó con el rostro sudoroso y con su corazón palpitando a millón.     Se sentó en el sofá para que sus emociones se calmaran.      Caminó de manera nerviosa hacia la cocina en busca de un vaso con agua para que la calma vuelva a su cuerpo.


Una vez ya más serena se puso a meditar en todos aquellos recuerdos que habían llegado a su mente.   De los labios de la rubia salían suspiros lastimeros que no los podía reprimir.     Caminó hasta  su habitación, pero ya el sueño la había abandonado por completo.    Sin darse cuenta, sus piernas la llevaron frente a su peinadora y  se sentó en frente del espejo.    La imagen que  éste  le regresaba solo le causaba dolor.      Sus blancos dedos se enterraron en la larga cabellera rubia sintiéndola  toda estropeada por el poco cuidado que le daba a su peinado.     Sus ojos, a pesar de tener un hermoso color verde, lucían  tristes y vacíos.     Sus manos tocaron el rostro, y aunque su piel era muy tersa,  la imagen de esas pecas sobre sus mejillas  no le agradaban para nada.    Con voz susurrada se dijo para sí mismo.


—Cómo no se iba a burlar de mí, si soy una mujer... fea.    ¡carajos! Mi cara está llena de estas pecas que odio y estos malditos lentes... [suspiro] en cambio ella.... Daysi  era tan bella que fui una tonta al pensar que me podía amar por  encima de una chica como ella.

La rubia tomó sus lentes y los lanzó al piso con tanta furia que terminaron por  estropearse.  Sus manos apretaron fuertemente su bata de dormir tratanto de contener su llanto.   Esa noche todo le había salido mal y para colmo de males sus lentes  prácticamente se habían echado a perder.

—¡Santa madre, que hice! ¡Sin mis lentes no podré trabajar!  ¡Dios!  Candy qué tonta que eres, los lentes no tienen la culpa de... ¡lo fea que estas!


Y la verdad era que la joven se sentía fea.   Con actitud derrotada tomó sus lentes y como pudo trató de arreglarlos, pero estos estaban seriamente dañados.    Mientras miraba sus lentes, la mente de Candy viajó al pasado.


*******************FLASHBACK*********

—Dime Annie, ¿se interesó por mí? —Candy tenía una ligera esperanza cuando formuló aquella pregunta.

—Ya lo escuchaste tú misma, no le importó preguntar sobre que fuera que te pasaba, solo quería que le entregara  el trabajo de Cálculo,  y que de seguro es para esa... ¡zorra! —Las palabras de la pelinegra eran duras, pero quería que Candy viera la realidad de su situación.

—Por lo menos sabrá que yo lo ayudé y tendrá un buen recuerdo de mí—La mirada de Candy se volvía a tornar vidriosa.

—JA JA JA —Annie comenzó a reír con todo lo que su garganta podía, parecía una loca.

—¿Qué te sucede Annie? ¿por qué te ríes así?

—Ese par de víboras tendrán el castigo que se merecen por traidores.    Yo ya me encargué de todo.    Tú solo descansa prima que necesitas recuperarte de esto.

—Annie dime, ¿Qué hiciste con esa tarea?

—Nada malo, solo que aproveché que ese par de idiotas no saben nada de Cálculo, así que solo les imprimí la misma tarea del parcial pasado y con los mismos errores en las dos carpetas; así que lo más probable es que el profesor se de cuenta que han copiado y  seguramente reprobarán el parcial.     ¡Se lo tienen merecido por ser unos  idiotas sin escrúpulos! JA, JA, JA.  

—¡Santa Madre!  ¡si Neal reprueba Cálculo puede perder la beca deportiva, Annie!

—¡Y a ti eso ya no te debe preocupar, Candy! —espetaba Annie con molestia —Él es un niño rico, así que no necesita una beca.  Sus papis le pueden comprar un equipo de futball si quisiera.

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