Capítulo 7: Los preparativos

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Ya en la habitación Candy y Terry se recostaron cansados en la cama.   Ambos estaban callados y pensativos mirando hacia el techo, varios minutos de tenso silencio pasaron hasta que Candy se animó a preguntar

[suspiro] —¿Estás arrepentido de haber aceptado este loco plan?

—Las palabras de tu padre me hicieron ver que este plan te traerá problemas más adelante, Pecas.      Yo estoy empeñando mi palabra en algo que sé de antemano  no es verdad y lo que tus padres buscan solamente es tu felicidad, que por si no lo has notado lo último que ellos desean es volver a verte  sufrir.       [suspiro]  Ningún buen padre desea ver sufrir a su hijo —Esta última frase la dijo más para sí mismo que para Candy.

—Terry, sé que es verdad lo que dices, pero necesito tiempo para afrontar mis temores y  de verdad siento que aún... no estoy preparada—La muchacha se puso en posición fetal  a  espaldas  del castaño.   Con palabras quedas siguió hablando.

— Solo necesito que mi madre me deje de presionar con el tema de tener una relación sentimental para la cual... no estoy lista.


El joven se  giró y  tan solo se limitó a acariciar los cabellos de Candy sin decir una sola palabra  y ella  cerrando sus ojos simplemente se dejó consentir.     Aunque no emitía una sola palabra, Terry  era consciente del loco palpitar de su corazón  al tenerla  tan cerca y veía con asombro como  sus manos no podían dejar de acariciarla.           Sin darse cuenta,  poco  a poco el sueño se apoderó de ellos.

El frío de la mañana se colaba por la ventana semi abierta de la habitación haciendo que Candy se acurruque más con sus cobijas.      Se sentía tan cómoda que no quería despertar, pero una extraña opresión hizo que sus ojos se abrieran de golpe.       Se vio rodeada por dos fuertes brazos que la abrazaban con más ímpetu con cada movimiento de ella.

La rubia se puso tensa, y no era para menos; pues Terry se había quedado dormido abrazado a ella.      Trató de liberarse del agarre del joven, pero este parecía envolverla cada vez más; así es que  no tuvo  más remedio que despertarlo.

—¡Terry! ¡Despierta! ¡Terry!

—Mmmm.  Shhh Pecosa. ¡Cuánta bulla haces!

—¡Por favor despierta ya!  ¡muévete!

—¿Por qué quieres que te suelte si estamos bien  así? Deja de quejarte y vuélvete a dormir

— ¡De qué hablas! ¡Necesito que me sueltes!


De pronto una inquieta figura entró en la habitación como si fuera un huracán, haciendo que Terry se despertara completamente.     La pequeña Emily ya se encontraba encima de los jóvenes arrancándoles las cobijas y brincando sobre ellos.

—¡Mily por dios! ¡Bájate de la cama!—exclamó Candy.

—¡Vamos Candy despierta! ¡Vamos! ¡Ya es hora de los preparativos! ¡Arriba Terry! ¡Vamos!¡Terry!


Algo adormilado, Terry contestó al insistente llamado.   

—Preciosa, por favor espéranos abajo que enseguida vamos— De la misma forma en que entró Emily se fue,  tan solo se la escuchaba corretear con Clint por los pasillos de la casa.      Terry terminó por levantarse y quitarle la cobija a Candy.

—Vamos pecosa que tenemos mucho que hacer.


Candy estaba pasmada con la actitud de Terry.   Este había dormido abrazándola a su pecho desnudo como si fuera lo más natural del mundo y   ni  siquiera pretendía disculparse por ello.   Se frotó los ojos y prefirió no darle mayor importancia al asunto.     Al fin y al cabo a Terry parecía  no haberle importado ese detalle.

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