Capítulo 10: Yo te amo

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Los jóvenes viajaban en total mutismo.       Como siempre y en modo automático el castaño ponía su música de rock ochentero para tratar de aplacar los demonios que lo estaban carcomiendo por dentro,  aunque por fuera  demostrara un semblante sereno y callado.

ARMAGEDON de la banda AEROSMITH sonaba a todo volumen volviendo el ambiente en algo etéreo,  casi irreal.    La letra parecía  describir todo cuanto él sentía por la muchacha a su lado; sin embargo,  su actitud seria no cambiaba ni un ápice.

Candy  comenzó a  sentirse algo  nerviosa  y tensa.   Tratando  de disimular su  tenso estado desvió la  mirada hacia el paisaje nocturno que observaba por medio de la ventanilla del vehículo.       De vez en vez regresaba a mirar el perfil del joven, pero este seguía manteniendo su seriedad todo el tiempo.      Para tratar de aligerar la tensión existente entre ellos, la rubia decidió hablar.    

—Pensé que el jaguar lo devolverías después del viaje.   Me gustaría  agradecerle  a tu amigo por haberte facilitado el vehículo.  No debe ser nada fácil prestar un vehículo como este, y mucho más si es para todo un fin de semana.


Terence no dijo nada, solo movió su ceja derecha como respuesta.    En vista de su silencio, la rubia siguió con su perorata.

—¿Sabes? Emily quedó encantada con este automóvil.   Hasta me habló de lo fascinada que quedó con tu equipo reproductor y la pantalla ultra plana.    Dijo que la próxima vez que se suba aquí  te mostraría el video de Bob Esponja cantado en el super Bowl.     Ella... te envió un obsequio.

A pesar de que  el castaño  no  mostraba ni la más mínima intención de hablar,    la joven rubia seguía manteniendo su actitud positiva ante  su  mutismo, pero cuando el nombre de  Mily salió en el monólogo, el semblante de Terry cambió.     El chico ya no pudo seguir callado y preguntó.

—¿En serio? —El joven  ojiazul no pudo esconder la leve sonrisa que ya se dibujaba en su cara.

—Y... ¿se puede saber qué se le ocurrió enviarme a la pequeña pecosa? Espero que no sean unas lagartijas o algo parecido.   Ella y Tom son verdaderos diablillos.

Candy al ver que Terence relajaba su actitud, se atrevió a contarle sobre el obsequio que la pequeña había enviado para su amigo.

—Bueno, no lo traigo aquí conmigo.     Es que lo guardó en una caja que ella misma decoró; y si vieras el pompón que Mily le ha puesto,  te quedarías pasmado.     Digamos que  es algo exagerado de tamaño,   pero dijo que era tu regalo de navidad y que debería ser así de llamativo.     ¡Ah! Mi madre también te envió un obsequio.

—Tu familia es muy peculiar.     Parece que les caí bien a pesar de haberme conocido solo por tres días, en especial ese diablillo pecoso.


La actitud de Terence ya estaba más relajada; sin embargo, él procuraba no mirar directamente a  Candy y eso la estaba poniendo  algo  triste.  Supuso que a estas alturas  él  estaría  arrepentido por todo lo ocurrido en la casa de sus padres.   Aunque entre ellos no existiera nada, necesitaba agradecerle por todo lo que   él  había hecho.    Con suaves palabras le  dijo.

—Terry, yo...yo quería agradecerte todo lo que hiciste por mí en esos días.      Me ayudaste tanto que hasta pude avanzar mucho con mi parte del proyecto.     Nunca me había sentido tan segura de mí misma.

—Pues no me lo agradezcas a mí.    Deberías de estar agradecida con Neal Lagan, al parecer fue él quien terminó por devolverte la felicidad—Nuevamente la expresión hostil regresó al rostro del castaño.

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