Capítulo 11: La segunda oportunidad del amor

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A pesar de haber descansado en un hotel  de paso durante el trayecto; el largo viaje desde Chicago a New York ya había causado estragos en el rostro del joven arquitecto.     Sabía que el desplazamiento lo pudo haber realizado en avión y así evitarse tantas horas de manejo, pero prefirió hacerlo vía terrestre para así tener tiempo y pensar bien como quería enfrentar a su padre.

Sentía verdadera lástima el tener que despedirse de su bello jaguar negro,  pero era algo que tenía que hacer.      Él sabía que este era su último viaje en ese precioso automóvil que era lo último que lo unía a su padre.      Cómo extrañaría a su infaltable reproductor que parecía cobrar vida propia cada vez que lo encendía; pues parecía saber qué música era la que él necesitaba escuchar.     Después del viaje con Candy hasta nombre le había puesto.  En honor a la pequeña Mily el reproductor pasó a llamarse Calamardo.    Con verdadera nostalgia lo encendió con su acostumbrada música.


Nuevamente el reproductor colocó una música que lo descolocó.     La banda   Air Supply comenzó a entonar aquella melodía que le taladró el corazón.    La  dolorosa canción llamada "Making Love out of nothing at all" terminó por llenarlo de recuerdos.

—¡Demonios! ¿Es en serio? ¿¡Hasta en nuestros últimos momentos me pondrás música que me recuerde a la Pecas!? 


El joven procedió a sacar de la guantera un extraño muñeco de felpa que se encontraba muy bien guardado y lo colocó en el asiento del acompañante.

—Vamos señor Conejo, nuevamente serás mi copiloto.    En vista de que tu dueña no quiere saber nada de mí, tú tendrás que escuchar toda mi defensa y saber que yo no  soy tan culpable como parece.

[suspiro]—¡Santo dios!  Debo estar enloqueciendo si tengo que hablar con un peluche,  pero la verdad es que tu dueña se marchó sin escucharme.    ¡Me lleva el diablo!  no me dio tiempo de contarle sobre esa estupidez del supuesto romance con la tal Susana no se qué


Una pequeña sonrisita se dibujó en su rostro al escuchar el coro de la canción que lo envolvía

—Así eres tú señorita Pecas "Creando amor de la nada"... Cuando pensaba que lo tenía todo controlado y sabía cómo llevar mi vida, apareces tú despertando sentimientos confusos en mí que hasta este momento no sé cómo dominarlos.     Jamás me imaginé que todo cambiaría en  un fin de  semana hasta el punto de encontrarme desesperado por arreglar mi situación con... él.       Pensándolo bien, en cierta forma la culpa es mía por no haber puesto a tiempo un alto a las locuras de mi padre y sus ansias por escalar en esa firma de abogados.


El viaje llegó a su fin y el gallardo joven  aspiró fuertemente para enfrentar a aquel hombre que había sido su mayor  oponente a su carrera profesional.    El enorme y frío hall del edificio le daba la bienvenida.       Sus imponentes letras doradas denotaban lo importante que era este bufete de abogados en el mundo de los negocios.

«Wachtell, Lipton, Rosen & Katz»

—Buenas tardes  ¿Se encuentra el Sr. Richard Granchester?

—¿Tiene cita joven? De lo contrario me temo que el Sr. Granchester no lo podrá atender ya que su agenda es muy apretada.

—Por favor avísele que el señor Terence Graham desea hablar con él.    Le aseguro que me atenderá.


Una estirada e incrédula recepcionista procedía a comunicar de su visita a la asistente del señor Richard Granchester.   Tal y como lo había predicho el joven, la sola mención de su nombre hizo que el ocupadísimo abogado abriera un espacio en su agenda.

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