Jungkook, un chico lindo, un chico alegre y gentil. Un día conocerá a su nuevo vecino, pero nunca hubiera imaginado que ese alfa volvería sus días oscuros.
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— Hummm... — me quejé despertando y sintiendo el frío suelo bajo mi piel — Ta-taehyung... — dije gateando hasta la puerta
— Jungkook, que bueno verte — dijo abriendo la puerta — ten, te traje un poco de comida para que repongas tus fuerzas — dijo sonriendo — lamento haberte dejado en estas condiciones, tuve que arreglar un papeleo — dijo agachándose — estás muy delgado, pero no te preocupes, vamos a arreglar eso —
Sentí como de pronto mi cuerpo fue alzado, como si se tratara de una frágil muñeca, fui echado suavemente sobre el colchón, viendo como él se veía reluciente. Quería decirle que no quería estar aquí, pero siento que no hay caso, aunque eso no quiere decir que dejaré de intentar escapar.
— Compré esto — dijo yéndose, pero no por mucho, volvió rápido con una bolsita color dorado — traje chocolates para tí — dijo sentándose a mi lado — están deliciosos —
— No me gustan los chocolates — mentí, no quería nada de parte de él
— Pero... —
— Quiero tomar agua, tengo sed —
— No has dicho que me amas — dijo sin dejar de sonreír
— Aún no... —
— ¿Cómo que aún no? — preguntó serio
— Yo... —
— ¿Te refieres de que aún no porque quieres que sea especial? — preguntó sonriendo de nuevo, a lo cuál yo solo asentí — eso es perfecto — dejó un beso en mi frente y se fue, yo solo me quedé viendo esa bolsa dorada, intentando pensar de que manera escaparía
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Estaba feliz, Jungkook me había rechazado los chocolates, pero había aceptado que pronto me diría que me ama, yo sé que me ama, solo que es difícil para él admitirlo.
Él pidió agua, así que estaba preparando una rica limonada para él cuando de pronto recibí una llamada, pensé que era mi mamá pero al ver la pantalla me di cuenta de que no.
— ¿Aló? — pregunté sin dejar de sonreír, nadie podía quitarme mi felicidad
— Buenas tardes, Kim Taehyung, te habla Kim Hyolyn — escuché su odiosa voz — tu psiquiatra... —
— No es nada mío, es una loquera, y sus pacientes solo son locos, yo no lo estoy — dije riéndome al último
— No, no estás loco, solo quiero ayudarte, que me cuentes como estás y como te sientes —