¿Imperial consentida?

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—. Rosita... despierta, Rosita...

—. Hmmm cinco minutos más, mami...

—. ¿No quieres estar a tiempo para ver a tu Virtuoso?

—. Mi Virtuoso—. Despertó de golpe, sentando tan rápido que un mareo la hizo volver para atrás.

—. Te tengo—. Declaró Doug con una sonrisa socarrona, poniendo una mano para que no se cayera de golpe en su "almohada" —. Así que, ¿Le sigues diciendo "mami" a tu mamá?

Rosie se puso colorada hasta las orejas, y nomás en vez de contestar fingió volver a dormirse. Al menos hasta que recordó por qué se había levantado.

—. Mi Virtuoso—. Exclamó—. Tengo que ir a verlo.

—. Sobre eso—. Se rascó la mejilla con la mano libre—. Me temo que hay un problemita...

—. ¿N-No me digas que el ferri zarpó en lo que estaba desmayada?

—. No, no lo hizo—. Rosie suspiró aliviada—. Zarpó cuando pediste ese tercer round.

Rosie quería matarse.

Se llevó las manos a la cara con la clara intención de ponerse a llorar, quedándose distraída por cierta sensación.

—. Esto...

—. Oh, eso, sí—. Se rascaba la nuca el chico—. Le dije a Cinquedea que se preocupe por sí mismo y que me deje su botiquín, total podía decirte después que se lo devolvieras. Pero no, es un cabezota que me miró y dijo "amigo, perdona, tienes cara de abusar de lo que te dan", ¡Como si fuera gastarle todo! ¿Puedes creerlo? —. Se peinó su flequillo bastante indignado—. En fin, te curó y se fue. Bien que lo hizo, no aguantaba su cara—. Aquí dejó de peinarse para reírse a sus anchas—. Lo dejaste hecho un Picasso.

—. ¿É-Él me curó? —. Se tocaba la gaza en su nariz y seguía sin poder creerlo—. ¿N-No está enfadado?

Se encogió de hombros—. Y, de mal humor se le veía, no sabría decirte. Pero ahora, ¿Qué harás? Yo lo siento pero no se me ocurre otra forma de escape. Aunque, ¿Qué tanta resistencia tenes en nado?

Una mirada dijo más que mil palabras, pero rápidamente Rosie la borró para regalarle una sonrisa—. Muchas gracias, Doug. Pese a que te cambiaste de colegio, siempre serás mi veterano favorito.

Una suave calidez cubrió el corazón del delantero, no pudiendo evitar también convidarle de un gesto amistoso. También que Rosie se escuchaba chistosa porque hablaba con la nariz tapada, y eso un poco podía influir.

—. Prometo no decirle a nadie dónde estás ahora, creo que me las arreglaré sola de ahora en más asi no te meto en tantos problemas. Me ocultaré entre los arbustos hasta la mañana siguiente.

—. Sobre eso, creo que se te hará un poquito-

—. ¡Argh! ¡Por fin la sirena despertó de su sueño profundo como el océano! Como siempre, en el momento indicado, ¡Vamos a pescar la comida!

Davy Jones hizo acto de presencia, vestido nada más que con un traje de baño y toda la buena onda del mundo. Claro, esto viendo a Rosie, en cuanto Doug diviso su ojo se puso arisco.

—. ¿Ves algo que te guste, Marín de agua dulce? —. Se río a sus expensas, aprovechando la confusión de Doug para tomar a Rosie de la mano y llevársela como buen pirata: por encima del hombro cual botín—. ¡Argh! ¡Es como tener a mi periquito Jack en el hombro! No te preocupes mi sirena~, comerás muy pronto y tendrás el peso equivalente a un cofre lleno de oro.

Segundo datazo de Edén Divino: cazaban su propia comida.

Como eran jugadores que estaban entrenando a todas horas, requerían un nivel de proteína que solo lograban conseguir de un animal fácilmente y ese era el pescado. Por eso el menú del día era, como todos los días, los enormes peces que Davy atrapaba con sus propias y encalladas manos.

Los "divinos" no solo eran peces nada divinos que te dejaban cicatrices eternas (véase Jones), sino que tenían un sabor tan rico que hacía valer la pena su captura. Aparte te hacía lucir como un fortachón frente a las damas, guiño, guiño.

—. ¡Capitán, este debe ser el más grande que atrapó hasta ahora!

—. ¡Casi y tiene el tamaño de un tiburón, increíble!

—. ¡JA, no por nada soy su capitán! Preparen el fuego.

—. ¿Y la deshuesadora?

—. ¡Argh! ¿¡Acaso yo los críe así!? Lo que el océano les da es lo que comen, nada de hacerle asquito a esa fuente de calcio.

—. ¡Sí, capitán!

—. ¡Eh, sirena! Hoy comes como reina de los siete mares, ¿A qué esto es digno de foto?

Sí, lo era, y sin verlo fue que le sacó una nomás para no meterse en problemas como le había pasado anteriormente. Había aprendido su lección.

Miró a ambos lados, comprobando que tanto Cronus Fourseasons como Bailong seguían a su lado, entreteniéndola en lo que los demás se ocupaban de la comida.

Su estomago rugió más de una vez, y ya en la primera Rex Remington había movilizado un equipo únicamente para encontrarle las más jugosas frutas disponibles en la isla.

Cuando se removió incomoda en la arena, todos (Y digo todos, gerentes también) improvisaron una cama de mochilas y chándales para que así esperase recostada o sentada, como prefiriese.

Al mostrar señal de que le dolía el cuerpo, Wolfe se tomó la molestia de masajearla. Y en cuanto notó su trenza deshecha, la gerente del Zeus (de nuevo, la más guapísima) se puso manos a la obra.

Y así la tenían, siendo masajeada por un imperial, peinada por una imperial, le daban de comer en la boca dos imperiales y encima otro no paraba de alagar su belleza entre otras cosas. ¡Encima cuando pestañeó por culpa del fuerte sol, Alessandro il Grande se puso como muralla humana para que ya no le moleste!

¿Podía esto considerarse traición? Rosie no tenía idea, estaba perdida.

Se mantenía callada por no saber iniciar una conversación, y convengamos que tampoco sabía seguirlas. Cerró los ojos, pensando que podía decir para que no sospechen nada.

—. Que día tan imperial, ¿No creen?

—. ¿Quién dice eso?

Rosie abrió los ojos de golpe, poniéndose a temblar al tiempo que dirigía su mirada para arriba y se daba cuenta de que estaba siendo cargada como perrito de bolso por nadie más y nadie menos que Quentin Cinquedea.

Su mirada debió delatar lo que sentía, porque el chico señaló para atrás con una sonrisa divertida—. No te preocupes, dejé un reemplazo.

La chica estiró el cuello para encontrarse con que en su lugar estaba Aimé. Sin ningún cambió de ropa, peinado o un poco de maquillaje, nada; él solo siendo él mismo y los demás no notando la diferencia.

—...

—. Lamento si estabas disfrutando toda esa atención, pero aquí todos participamos en hacer la comida.

—...

—. Bueno, usualmente yo me marcho antes así que no como con ellos. Pero como hoy decidí quedarme, decidí contribuir.

—...

—. No tiene importancia por qué decidí quedarme, guapa, lo que importa es lo que vamos hacer a continuación.

—...

—. ¿De verdad me vas a dejar hablando solo?

Quentin detuvo sus pasos para colocar a Rosie en el suelo. Inmediatamente, casi sin pensarlo, la misma echó a correr con todo lo que su deshidratado y desnutrido cuerpo le permitía.

¿¡Rosie es una Imperial!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora