🌊 Perlas 🌊

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I wait on you inside the bottom of the deep blue sea

[ MISSIO, The Bottom of the deep blue sea ]

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Cuando baja la marea, puedes verlo si te escondes bien bajo el muelle.

No necesitas esperar demasiado, lo has aprendido con el tiempo. Conoces sus pasos saltarines, el sonido agudo de sus chiflidos. Con cuidado, miras entre las tablas y ubicas el cabello puntiagudo, los ojos vivaces decorando su piel, ligeramente tostada por el sol. Te deslizas en el agua hasta quedar justo debajo de él. Miras sus pies colgando sobre el muelle.

Ese ha sido tu lugar favorito desde que tienes memoria. La corriente te arrastró a la playa y te quedaste por el oleaje sereno y el agua templada. Las gaviotas no molestan mucho, puedes nadar en las mañanas sin ser picoteado. Las rocas te permiten esconderte de los humanos, y como si no pudiera ser más paradisiaco, está ese magnífico castillo al pie del acantilado.

Siendo una criatura del mar, te llama la atención observar desde lejos la vida terrestre. Los humanos siempre se cubren con algo, ya sea pesados trozos de metal o telas delicadas que se mueven al compás del viento. El cómo los traten depende del cómo se vistan. Ropas más finas ameritan cortesía; trapos andrajosos, indiferencia.

Sin embargo, tu vida longeva también te ha permitido saber que no siempre sucede así. Por supuesto, este tipo de cosas suceden una vez cada cien años. Como ejemplo tienes a aquel par de niños que solía jugar en la playa, hace tiempo.

Ella era delicada, preciosa y pulcra, con brillante melena castaña y ojos marrones. Él tenía un aspecto más salvaje, caótico. No llevaba zapatos y su cabello azabache era un desastre. Su interacción era una dinámica contrastante. Te sorprendía escuchar a los pesqueros hablar pestes sobre la nobleza y a nobleza mirar por debajo a los plebeyos, mientras que Rin y Obito solo eran dos niños en la playa que reían, que jugaban...

Que se querían.

—Ella es mi princesa—debajo del muelle, escuchas su voz. Se ha agravado con el tiempo, pero sigue siendo alegre. Él todavía es un adolescente y su amor por Rin solo ha incrementado—. ¡Voy a probar que soy digno de ella!

Él recita unas cuantas promesas más y el anhelo en su monólogo te enternece. Constantemente, te preguntas qué se sentiría ser la princesa. ¿Qué provocaría en ella recibir el amor del pelinegro? ¿Se compararía con la forma en la que tus aletas destellan y tu corazón late desbocado?

Obito es una de las maravillas más inusuales que has encontrado fuera del mar y, ¡por los dioses del Océano! ¡Cuán celoso estás!

—El rey me ha pedido tres perlas—proclama él, y tus ojos se abren con sorpresa—. Las perlas color índigo más hermosas que haya en los siete mares. Solo así me concederá la mano de mi princesa.

De nuevo, el anhelo en su voz es tan fuerte que se te hincha el corazón.

¿Hay algo que puedas hacer por él?

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Pese al idealismo en sus palabras, Obito no está mintiendo. Rin por supuesto es su princesa. Ella es la hija del Rey. Obito, sin embargo, viene de una familia de pescadores.

Qué historia más trágica la suya. La cara del muchacho se llenaba de aflicción luego de pasar días enteros sumergiéndose en el agua, sin encontrar nada más que algas y rocas grises. Al atardecer, Obito regresaba a su bote, devastado. Sus esperanzas drenaban como arena seca entre las manos... o como las lágrimas que brotaban de tus ojos, se solidificaban y se convertían en perlas preciosas.

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⏰ Última actualización: Aug 13, 2021 ⏰

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