Cap. 1

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-Pero, ¿no es la tercera vez que estoy barriendo esto?- pregunté un poco frustada hacia la imagen de la cascarrabias señora Muller. 

-No importa, solo hazlo- aseveró con voz malhumorada. Esta es una de las raras veces que la he escuchado hablar porque es una mujer de avanzada edad de muy pocas palabras y una paciencia más corta que pata de gallo. 

Ella por lo menos me dirije la palabra. Desde que llegué a Oberon, no he tenido la oportunidad de entablar una conversación con nadie que no sea ella o mi padre. A veces solo quería volver a mi vida antes de este pueblo tan poco normal. Aunque quisiera, eso no iba ser posible porque primero, papá había perdido su trabajo y el único capital que nos quedaba solo le alcanzaba para comprar una casa bien a las afueras de la ciudad. Y segundo, mamá nos había abandonado luego de lo que pasó con mi padre y no quería tener nada relacionado con ella. "Te quiero pero ya no puedo" fueron sus palabras de despedidas y lo peor de todo, solo fueron en una nota sobre mi almohada. Desde ese día decidí evitar todo lo que me haga recordar a ella y por eso es que aún no hacía berrinches para salir de Oberon, porque dentro de todo era el único lugar donde podía olvidar (la) y seguir con mi fatidica vida. 

La escuela no era muy amplia que digamos, por lo que solo me llevo media hora limpiar todo, con doble y triple pasada, y retirarme hacia mi casa. Cada semana se elegía de forma aleatoria algún alumno/a para que ayude con la limpieza a la señora Muller después de clases, y esta semana era mi turno. 

><

Me encontraba guardando todo lo que utilizamos en el cuarto de limpieza. Luego de eso, me metí en mi salón de clases a buscar mis cosas y me encontré con el pelinegro del libro sangriento ¿Acaso estuvo todo el tiempo acá? ¿Qué no tenía algo mejor que hacer que estar sentado en medio de un salón vacio en plena tarde?

Era uno de mis pocos compañeros de clases. Su nombre era Astor o algo así porque solamente lo escuche una vez que la profesora le dijo que levantará la vista hacia la clase y deje esos libros tan extraños a un lado. 

No se inmutó cuando abrí la puerta y me dirigí hacia mi asiento. Nunca hablé con él. Bueno, nunca hable con nadie en este lugar, excepto la señora Miller, que ahora seguro ni me quiere ver. Él se encontraba leyendo el mismo libro de siempre, decía algo de leyendas pero no lo pude leer bien cuando pase por su lado porque no llevaba puestos mis anteojos. Centré mi atención en recoger mis cosas e irme lo más rápido posible, no quería quedarme tanto tiempo con él. Al salir del aula, volví mi vista hacia donde estaba y le dije:

-Nos vemos mañana.

Nada... Ni siquiera un "adiós" o un "no me hables" o mínimo un "cállate y déjame en paz". Nada. Giré sobre mis pies y retomé mi camino hacia la puerta de salida para irme a la mierda. No entendía porque la gente era tan antipática si era nueva en el lugar y además, no tenía ni un solo conocido.

Al llegar a la puerta principal, observé que se estaba haciendo de noche. Nunca había salido de noche desde mi estancia aquí porque me parecía muy tétrico el pueblo a esas horas. Tomé el pomo de la puerta para abrirla y... no abría. Al empujarla, se escuchaba de afuera el sonido de ¿cadenas? No sé, pero no me gustaba nada lo que estaba sucediendo. Empujé y empujé pero no había caso. Estaba atrapada. No tenia teléfono ya que la señal era pésima en la zona y no lo creía necesario ya que mi único recorrido era de la casa a la escuela y viceversa. 

Giré hacia los pasillos por los que había ido, y me encontré con Astor saliendo del salón de antes. No sabía a donde se dirigía, pero capaz conocía otra salida. Él no me vió o no se si no quería verme nomas, pero dije:

-Espera- en un tono bastante fuerte- La puerta esta cerrada desde afuera y debo ir a mi casa, conoces otra salida?- pregunté esperanzada.

Él solo fijó su atención en mi, pero no dijo nada.

-Solo necesito que me digas si conoces o no otra salida- replique. Nada. Acaso era mudo? No llegaba a entender porque no me contestaba. Me acerqué un poco más a donde se encontraba el pelinegro. Nunca lo había visto tan de cerca. Era una cabeza más alto que yo y eso que era bastante alta, el cabello era un alborotado azabache y sus ojos de un color hoja tan hipnotizantes. Desvié mi mirada de esos ojos y exclamé un poco enojada:

-Te estaba preguntando si conoces otra salida y lo único que tenes que hacer es responder si o no- finalicé. No se inmutó ni nada. Seguía manteniendo su misma postura de ¿relajado? No sé, pero yo necesitaba una respuesta urgente o...

-No-dijo- No conozco otra salida.- Su tono de voz era invariable y soporífera que transmitía una frialdad que te erizaba la piel.

-Pero-comencé aturdida- No hay una puerta de emergencia, servicio, algo?- pregunté con desesperación

-No- repitió- Solamente hay un par de ventanas en la sala de profesores que no tienen rejas y sirven para salir- explicó.

-Bueno, mejor vamos para allá- dije contenta de que por lo menos no tendría que quedarme en este sitio por más tiempo.

-No- repitió- Debes de quedarte aquí- finalizó.

-Que?-exclamé confundida- Porque me tendría que quedar acá?

-Estarás a salvo- dijo en un tono calmado.

-A salvo de quien? Yo debo volver a mi casa porque le dije a mi papá que estaría ahí hace un rato- exclame impaciente- Asique si me disculpas yo...

No llegué a terminar la oración cuando él se abalanzó sobre mi y retuvo mi cabeza contra la pared más cercana. No entendía que estaba pasando. Capaz este chico era un asesino y me quería matar o algo por el estilo. 

-Hoy-dijo a mis espaldas, mientras me sostenia aprisonada- Hoy no se puede andar por las calles, no hay protección y con esto te estoy haciendo un gran favor. 

-Proteccion de que? Que carajos me estas diciendo? Por qué no dejas de decir estupideces y me soltas infeliz- grite furiosa. Este chico estaba colmando mi paciencia.

-Solo espera a mañana. Además, la ventana se encuentra en el segundo piso.-escupió.

Me soltó y desapareció por el pasillo. Si antes ya me parecía raro esto, ahora es peor. Decidí no prestarle atención y buscar por mi cuenta alguna maldita salida.

El edificio escolar no era algo muy grande ya que son pocos los habitantes jóvenes aquí. Me encontraba caminando por el gran pasillo que daba hacia los distintos salones. Aceleré mi paso porque se estaba poniendo más oscuro y papá se preocuparía. Mis ojos iban y venían buscando algo para salir de ahí pero no. Todas las ventanas de los salones del primer piso tenían rejas y las puertas que daban hacia el polideportivo estaban con candado. Mi suerte no puede ser mejor.

Decidí ir a ver en el segundo piso y si, como lo había dicho el pelinegro maleducado con cara de asesino, había un par de ventanas sin rejas en la sala de profesores, que se encontraba continua al laboratorio. Bueno, había encontrado la salida pero ahora el tema era como salir sin morir en intento porque la altura que separaba la ventana del suelo era bastante. Salí corriendo y me dirigí otra vez al primer piso para intentar encontrar una escalera en el depósito de limpieza. Y... ¡BINGO! Había una maldita escalera en el deposito. Dentro de todo, mi suerte no estaba tan mal. O creo que me anticipé...

Al deshacerme de la gran escalera de madera que se encontraba en ese oscuro lugar, me percaté de lo que se encontraba atrás. A quién carajos se le ocurre poner una puerta camuflada hacia el exterior y taparlo con una escalera ? No sé y no me interesa. Ahora solo se que me puedo ir a mi casa por lo menos sin algún hueso fracturado. Dejo la escalera a un lado y tomo el pomo de la puerta. Esta se abre con una facilidad que me deja respirar otra vez. 

Lo único que no supe en ese momento era que mi vida iba a dar un giro extremo que estaría lleno de aventuras sin fin. 

Antes del amanecer con Emilia- by Fernanda ObandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora