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Cuando llego a casa voy directo al jardín trasero dónde están los columpios, Papá los hizo cuando tenía 6 años siempre que estaba triste o me molestaba algo venía aquí y el sin preguntar se quedaba a mi lado hasta que le explicaba que sucedía. Con el ceño fruncido siento como una lágrima resbala por mí mejilla tengo cambios de humor frecuentes paso de estar molesta a estar triste en cuestión de segundos, aún no logro entender porque me molestó tanto que Rett no me contestará, sé que no me inspira confianza también se que su presencia me intimida pero a la vez quisiera conocerlo, saber que hay detrás de esos ojos fríos.

Siento mi corazón acelerado esto es lo que me molesta de la bacteria cada vez que siento alguna emoción fuerte mi presión cardíaca aumenta más de lo habitual a veces incluso los nervios pueden más conmigo y termino teniendo ataques de ansiedad. Escucho la puerta que da a la parte trasera de la casa abrirse y veo de reojo a Arthur venir hacia mí, si hay algo por lo que amo a mis hermanos es que cuando tengo mis cambios de humor o estoy a punto de entrar en una crisis siempre están allí para mí asegurándome que todo va a estar bien, cualquier persona diría que estoy loca ellos lo ven como lo más normal en una adolescente de diecisiete años tratando con sus emociones.

Cuando llega a mi lado se sienta en completo silencio pasando la suela de sus zapatos por la hierba, lo miro de reojo y decido contarle la locura en la que me metió Lau está vez, de a verlo sabido antes me hubiera negado.

- Lau me contó en la hora del almuerzo que hizo un trato con su padre, si no hace ninguna fiesta mientras ellos no están y cuida a los hijos de la señora Claudia tendrá la camioneta por todo el fin de semana- digo haciendo una mueca a lo que el asiente con la cabeza procesando lo que le he dicho.

- Y quiere que la ayudes- dice adivinando lo que iba a decir mientras ríe- eso tengo que verlo- agrega, le lanzó una mirada de pocos amigos haciendo que se carcajee.

No me gustan los niños siento que son pequeños demonios que quieren acabar con mi vida, es irónico que no me gusten sabiendo que también fuí uno de ellos solo que yo no era como un terremoto queriendo acabar con todo a su alrededor.

- No es gracioso- mascullo de mala gana.

- Tranquila Cass no creo que sea tan malo cuidar a dos niños de 4 años- me dice con burla, bufando me levanto decidida a dejarlo solo en los columpios pero me paro en seco cuando recuerdo algo y me giro en su dirección dispuesta a hacerle una pregunta.

- ¿Oye Arthur, cómo les fue con el entrenador hoy?- pregunto, a lo que el me mira con una clara mueca de confusión en su rostro.

- ¿El entrenador? ¿Hoy?- me mira confuso, así que Andrew me mintió eh.

-Andrew me dijo que hoy ayudaron al entrenador a formar la clase de los alumnos de primero en la hora del almuerzo-  digo con una ceja enarcada.

- ¡Oh! Yo eh lo había olvidado- dice con un poco de torpeza y sin mirarme ya luego averiguaré que hacían esos dos, aunque me hago una idea.

- Okey- digo no muy convencida con su respuesta por lo que decido seguir mi camino rumbo a mi habitación. Ya en esta lanzó mi mochila al suelo y me tumbó de espalda en mi cama colocándome los audífonos un rato después me quedo dormida escuchando la voz de Adele de fondo.

Me despierto por el ruido de una notificación en mi celular veo la hora y son pasadas las 8 la hora de la cena ya pasó por lo que bajo dispuesta a buscar algo que pueda llenar mi estómago no sin antes ducharme y colocarme el pijama. En la cocina me encuentro a mamá la cual se alegra de verme no la había visto desde que me despedí de ella en la mañana y cuando llegue no estaba por lo que me siento en unas de las sillas del comedor.

Entre tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora