Capítulo 3

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Tony sintió la cama hundirse, debido a su somnolencia mantuvo los ojos cerrados y no despegó su mejilla de la almohada a la cual se había aferrado mientras dormía.

Descansaba sobre su estómago, sintiendo como si hubiera dormido una eternidad, aún así, se sentía muy cansado, como si hubiera corrido un maratón con la armadura puesta sin energía, sus piernas y brazos dolían, su trasero ardía, pero al mismo tiempo también se sentía muy bien, se sentía bien jodido. Todo deshuesado, usado y adorado.

Eso no era contradictorio, no con la manera en que Steve lo había tocado y follado, algo que había hecho durante horas, haciéndolo retorcerse y gritar de placer.

Sinceramente esperaba el rubio no le hubiera arruinado el sexo gay, tenía la sospecha que por un tiempo compararía a cada hombre por venir con Steve Rogers.

Debió imaginar que Steve tendría mucho acumulado, se hundió más en la almohada mientras suspiraba, amaba haber sido receptor de eso.

Sonrió cuando sintió un toque vago y húmedo en la línea de su trasero, cuando los dedos se metieron entre sus nalgas, alzó un poco su trasero y mordió su labio inferior al sentir un dedo lubricado abrirse camino en su interior.

—Buenos días —Steve susurró ronco, contra su cabello.

—Che modo di dire buongiorno, soldato —gimió sin aliento, abriendo sus ojos.

Un segundo dedo hizo temblar a Tony, Steve estaba húmedo y desnudo, sus ojos azul cielo llenos del mismo crudo deseo del día anterior.

—Un poco más y será medio día.

Los dedos salían y entraban haciendo que la respiración de Tony comenzará a ser pesada.

—¿Y... me culpas?

—Por supuesto que no —dijo en voz baja, para luego besar el hombro de Tony.

Cuando el rubio metió un tercer dedo, Tony casi era un caso de mendicidad, balanceándose de atrás hacia delante para obtener alivio en su polla contra el colchón y sábanas suaves.

Sintió el cuerpo grande posicionarse completamente
arriba de él, sus manos a cada lado de su cabeza, un segundo después, con un gemido Steve se introdujo dentro de él y comenzó a follarlo a un ritmo lento. Elevó el trasero a su encuentro gimiendo con ojos cerrados, sabía que a ese ritmo Steve planeaba tomarse su tiempo y Tony estaba perfectamente bien con esa decisión.

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Horas después, Tony yacía sobre una tumbona en la playa semiprivada, sus ojos protegidos por unas gafas de sol, disfrutando la mirada abierta de Steve sobre él.

Tras sus gafas también se permitió admirar al rubio, estaba sin camisa y bebiendo un coctel sentado en otra tumbona bajo una sombrilla, su cabello despeinado por todas las veces que Tony le había pasado las manos, era un estilo desaliñado que sumado a su actitud relajada lo hacían ver magnífico.

Tony se dio mentalmente los cinco.

El rubio dejó su bebida en la mesilla entre ellos, Tony hizo lo mismo, su curiosidad era muy grande por cuestiones obvias.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Dime.

—¿Exactamente cuando fue que obtuviste tanta experiencia con los hombres?

Con una mirada tranquila, Steve declaró. —Nunca estuve con un hombre antes.

Incrédulo, Tony tuvo que sentarse para mirarlo.

—¿Estas jodiendome?

Steve asintió con divertida seriedad.

—En cuanto te recuperes.

Sentirse bienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora