Capítulo 4

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Sentado afuera, Steve miró hacia el agua y las pequeñas olas, su camisa estaba abierta, sintiendo el aire húmedo de la noche en su piel, se sentía tan... relajado.

Steve no había tenido nunca un momento así desde despertar, un momento para si, desde que desperto todo había sido tan caótico y doloroso, adaptarse, encerrar todo, el solo seguir ordenes. Era un alivio no seguir la corriente como todos querían lo hiciera. Estar en ese lugar era un descanso que por cuenta propia no se habría tomado.

No sabía cuanto tiempo permanecerían en ese lugar y no le interesaba saberlo, Tony había tenido razón, debían aprovechar el tiempo libre, aunque esperaba nada tan catastrófico como lo de la última vez sucediera pronto. Sin embargo, algo le decía que no tendrían tanta suerte.

Los Ultimates eran un equipo nuevo y no muy unido, que tras derrotar a Banner y los Chitauri apenas estaban encontrando su camino, o por lo menos Steve lo estaba.

No mucho después, Tony salió usando pantalones blancos y nada más, sostenía dos copas de vino, le entregó una y después se sentó en la silla a su lado.

La misma en la que hacía unos días le había confesado su recién etiquetada orientación sexual. De todas las personas había sabido Tony jamás lo juzgaría, tal vez por eso, y por el increíble sexo, se lo había dicho.

—¿En qué piensas? —preguntó Tony, su tono suave y cálido.

—El equipo, lo que deberíamos hacer por el mundo, lo fácil que se siente estar aquí y no allá fuera... En que tenías razón.

Tony le dio una mirada comprensible, luego bebió de su copa.

—Para evitarnos un dolor de cabeza, solo concentrémonos en el último punto, me gusta ese. Continúa.

Sonrió divertido y también bebió de su copa, el sabor del vino era rico y cargado de matices sobre los cuales no quería comentar, no podía embriagarse, pero ese vino era algo que le gustaría beber solo por el placer de hacerlo.

—Sobre disfrutar el momento.

El moreno alzó su copa en su dirección antes de darle un trago.

—Deberías hacerme caso, sé sobre esto. Y no solo porque sea un hombre al que solo le queden máximo tres años de vida.

Steve frunció el ceño.

—En la cena con Thor dijiste que eran mínimo cinco años.

—Oh, bueno, eso cambio —dijo casual, bebió de su copa con indiferencia.

Steve no sabía que decir. Y apostaba sus comentarios buenos o malos, no serían bien recibidos.

El moreno lo estudió, rió de forma seca antes de volver la vista al frente.

—Quita esa expresión de tu rostro. He hecho las pases con eso, como te dije, ya arreglé todo, hice donaciones, nombre herederos, Dios un montón de cosas, creí nunca terminaría —suspiró cansado.

Tony bebió de su copa, la facilidad en su expresión había desaparecido. No había querido que Tony interpretará su malestar con lastima.

—Además, yo no soy quien es digno de lastima aquí —agregó Tony.

—¿Tengo tu lastima, Stark? —preguntó molesto, más molesto de lo que le hubiera gustado mostrar.

—Rogers, eres la definición de eso, perdiste todo lo que tenías, tu vida entera.

Alzó ambas cejas y dejó la copa sobre la mesa, tal vez un poco demasiado brusco.

—¿Entonces por eso estoy aquí? ¿Un caso de caridad del moribundo Tony Stark?

Sentirse bienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora