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Ya estaba ahí, y al frente de él había montones de adolescentes, sabía que la escuela era grande pero no se imaginó que tanto.

Hace unos minutos la campana había dado su primer toque, indicando el inicio de la primera clase, y tal parecía que no llegaría a esta. Intentaba encontrar por lo menos las oficinas de la escuela, pero, como era de esperarse no lo hizo, y tuvo que esperar la segunda campana para acercarse a alguien a preguntar.

Después de una pequeña charla con una amable chica pudo, por fin, encontrar su clase. Cuando por fin llegó al lugar, solo había un par de alumnos, así que supuso que el profesor aún no llegaba, por lo que se apresuró a llegar a alguna banca disponible. Se sentó en una de las bancas (tercera fila) junto a la ventana, quedando el lugar a su derecha libre y disponible para que cualquiera se quisiera sentar allí.

Al paso de unos minutos los demás alumnos fueron llegando y cuando el profesor llegó, empezaron las presentaciones y esas cosas típicas de cuando es nuevo curso. Al finalizar la clase resulta que el chico se sentó junto a él en la banca, que por cierto llegó tarde, se llama Liam. El chico era realmente agradable y no parecía importarle su condición especial.

. . .

Al cabo de unas horas la hora del descanso llegó, y Louis y Liam, por petición del último, fueron a comer juntos.

El dúo de adolescentes se encontraba en una amena plática cuando de la nada, las pláticas y el sonido de las voces de los demás en el lugar se convirtieron en murmullos. Louis totalmente confundido por tal hecho que le dio una mirada interrogante a compañero, y este solo se limitó a hacer un ademán con la cabeza indicando que mirara hacia la entrada del comedor. Tal y como le indicaron, su mirada se fue a la entrada esperando algo sorprendente, pero fue más sorprendente de lo que esperaba.

Por la misma puerta entraron las figuras altas de dos chicos muy bien parecidos de rostro y cuerpo -al menos para Louis -de muy buen ver, aunque igualmente los dos eran casi idénticos el uno del otro. La apreciación terminó cuanto a su nariz llegó un aroma, pero que decir un aroma si era, y es, el mejor aroma que en su vida había olido. Estaba idiotizado, quería ir y restregarse en quien fuese portador de ese aroma para bañarse de él. Solo faltaba saber a quién, o quiénes, pertenecía.

Invertido «L.S.»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora