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Cuando llegó a Canadá, sus días se dedicaban en ensayar y solo eso, ensayar. No tenía amigos, porque recién estaba aprendiendo el idioma, y no tenia los números de sus amigos porque los había perdido. Todo era demasiado aburrido.

Le habría gustado despedirse, al menos eso.

Pero fue pasando el tiempo, y junto a eso, fue agarrando reconocimiento. Salía alguna vez en las portadas de las revistas, y lo llamaban para hacer muchos papeles en musicales. Eso lo ponía alegre, porque gente a la que le gustaba su forma de bailar. Pero siempre sabría en su corazón, que el primero a quien le gusto todo eso, fue a Sunghoon.

Eso lo alegro, y recogió todas sus cosas con prisa. En unas horas, ya se encontraba en el gran aeropuerto de Corea, esperando por su padre. Al verlo a lo lejos, sonrió y corrió a abrazarlo. Su padre siempre iba a Canadá para verlo, pero al fin estaba en casa.

Pronto, ya habían pasado los años, y sus recuerdos estaban borrosos, pero seguían ahí. Pero estaba alegre, ya que volvería a Corea por una oferta que le hicieron. Ya que ya tenía veinticuatro años, no lo llamaban tanto para bailar y cogían a gente más joven. Así que, le ofrecieron una plaza como profesor de danza en una de las mejores escuelas de danza de Corea.

Eso lo alegro, y recogió todas sus cosas con prisa. En unas horas, ya se encontraba en el gran aeropuerto de Corea, esperando por su padre. Al verlo a lo lejos, sonrió y corrió a abrazarlo. Su padre siempre iba a Canadá para verlo, pero al fin estaba en casa.

- ¿Como estas, hijo? Me alegra verte.- dijo sonriente el mayor.

A decir verdad, su padre había cambiado. Y lo agradecía.
Junto a su mayor, se dirigieron a la casa en la que pasó su infancia. Al llegar, enseguida fue al que había sido su cuarto por tantos años.

Hasta que algo llegó a su mente. En la habitación habían todo de fotos con Jungwon. ¡Jungwon! Corrió a su antiguo escritorio de allí sacó su vieja agenda. Sonrió, y ojeó las páginas, encontrando lo que quería. De pequeño siempre escribía todo en algún lugar, por qué sabía que no se acordaría.

Y allí estaba. El teléfono de Jungwon. Agarró su celular y enseguida lo marcó, poniéndolo en su oreja. Dio unos tonos, hasta que alguien contestó.

- ¿Si, quien es?- pregunto el azabache. Sunoo se asombró por el grave de su voz.

- ¡Won! Al fin te escucho.- lloró, inconscientemente.

- ¡¿Sun!?

˚ ִֶָ 🗝️ ♡︎ ₊  ¿Julieta?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora