Capítulo 30

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Capítulo 30

-¡¿Cómo ha podido escapar!? –Gritó exasperado Voldemort mientras golpeaba la mesa con su puño, visiblemente enfadado, haciendo que el resto de mortífagos miraran hacia abajo, temerosos ante la furia de su señor.

-Mi señor...

-¡Cómo puede ser posible que mandando a dos de mis vasallos ella aún siga viva! Exijo una explicación, Severus. –Interrumpió Voldemort al moreno, mientras lo taladraba con la mirada.

-Lupin apareció en la escena y me atacó, señor. No pude luchar contra los dos a la vez; me vi obligado a huir.

-¿Dónde demonios se suponía que estabas tú? –Preguntó alterado, girando la vista hacia Elizabeth, quien lo contempló con una mueca de terror.

-Cumplí mi misión, acabé con Black y me fui de la casa. Se supone que ese chucho no debía de poder escapar del hechizo.

-¡Nadie ha de suponer nada! Si no fuerais tan soberbios, hoy mismo tendríamos sobre esta mesa el cadáver de esa maldita bruja. Quiero que la busquéis y no regreséis hasta que la hayáis encontrado.

-Mi señor... –Susurró Draco con miedo, atreviéndose a interrumpir al mago.

-¿Algo que añadir, señor Malfoy?

-Harry Potter ha abandonado Hogwarts. Por lo que he podido averiguar va en busca de sus Horrocruxes, señor... no sería de extrañar que ella esté con él; ninguno de sus amigos le acompañó.

Toda la sala guardó silencio y miró con sorpresa al rubio, pensando en que aquella era una opción muy viable. Todos menos Snape, quien sintió como todo se complicaba por momentos ante aquella revelación, que creía que por el momento, no sería mencionada. El agua les estaba empezando a ahogar, y no podía evitar sentir crecer el miedo en su interior, a pesar de odiar aquella sensación.

-Muy bien, Draco, tendré en cuenta tu buen trabajo. –Agregó con más relax, mirando fijamente al muchacho, para después fijar la vista de nuevo en Snape. –Quiero que le sonsaques a Dumbledore donde están nuestros grandes amigos, Severus, y después tú mismo matarás a la señorita Morgan.

-Sí, mi señor. Respondió con extrema seriedad, pasando a mirar después hacia delante donde Elizabeth le esperaba con una sonrisa malévola, indicándole que algo escondía. La voz de Voldemort hizo que volviera a fijar su atención en él.

-A partir de este momento no se aceptarán más errores, así que ya podéis empezar a poner todas vuestras ganas en encontrarlos, si no queréis ir muriendo lenta y dolorosamente. El final está cerca.

Acto seguido, el hombre abandonó la estancia con rapidez, dejando al resto de personas meditabundas y asustadas, sentadas en aquellas frías sillas, observando la nada con una tensa frustración.

Snape fue el primero en levantarse, manteniendo su fachada de frialdad. Salió con rapidez, sin dirigir ni una sola mirada atrás, pero tras él anduvo con disimulo la hermana de Evelyn, quien alcanzó ya en la calle al mago, deteniéndolo tras aparecerse ante él.

-No tan rápido, Snape. Creo que tienes algo que contar sobre lo ocurrido en la Casa de los gritos.

-No sé de qué me estás hablando. –Respondió con impertinencia, vislumbrando el rostro sonriente de la mujer, ávido de malicia.

-Hablo de tu sospechoso comportamiento. Llevo mucho tiempo vigilándoos de cerca a ti y a mi hermana, y tú no logras engañarme; he visto como la miras.

-No seas ridícula, ¿qué pretendes decirme con eso? –Preguntó indignado el moreno, haciendo que no sabía a qué se refería.

-Te gusta, sientes algo por ella. Veo tus muecas cuando las cosas se te cruzas, Snape. He visto tu expresión cuando el Señor Tenebroso te ha mandado matarla.

No nos verán caerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora