De la nada

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Un punto en cualquier punto,
solamente alejado de todo
y tan cerca de nada.
Vacío de números,
masa,
electricidad,
luces y besos.
Infinita oportunidad estacionaria
al borde del olvido abismal,
negro e inerte
de lo no creado.
Allí no habita ni siquiera la muerte.
Allí solo ondea la posiblidad,
la opción de estallar en gases,
materia,
galaxias corrompidas,
retoños de rocas,
mares,
palabras y carnes,
días y noches,
soles amurallados con fuego,
con pilares de sombras,
huellas químicas,
palomas negras,
teléfonos y mesías.
Nadie, y con nadie nada,
alberga esperanzas de que empiece, o tan siquiera acabe.
No se puede empezar lo que no se ha imaginado.
Frío,
y de repente se ramifican los nervios,
imposiblemente fugaz se esparce la descarga.
Un tallo hacia cualquier dirección
rasga el vacío,
se alarga millones de años en imparable trazo equilibrado.
Mas brota en la punta de su estela disparada algo parecido jamás a lo impensable.
Y ahí está.
Todo de la nada.

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