Páramo de quietud

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Abrir los ojos.
Suspirar.
El frío manto es tenebrosamente calmo.
En el silencio sepulcral,
donde el orden es sacro y constante,
se alcanzan a entender
lejanos llamados reclamando ser descubiertos,
recorridos,
conquistados.
(Se requiere de un refinado sentido
para descifrar estos quejidos;
se requiere y se aconseja,
pues no pocos viajeros
embelesados con las cuerdas
han acabado extraviados en un desvelo eterno)

No hay paz
como la de este páramo.
Siempre ensortijado de algún cometa
o de alguna fusión nuclear.
Pero paz.
Paz palpable,
paz caótica,
suavidad sin aromas y sin rasguños.

¡Qué hermoso lo desconocido!

(Yo he podido verlo todo, lo he recorrido de centro a horizonte sin descanso. Conozco del azar de las cosas,
conozco esas voces y esos lamentos.)

Poemario GalácticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora