Polvo Estelar

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Esa fue, en aquel instante
irreversiblemente caótico,
la vía en que la luz logró abrirse paso
de entre la nada.
No había por qué detenerse,
ya tenía por devorar infinitas llanuras
desconocidas al tiempo.
(De aquel deslumbrante estallido hasta hoy se gestarán poemas antecedidos
de capítulos muy humanos, más terrenales que celestiales; o no.)

Reddens,

viajaba la creación atorbellinada
tocando cada punto del plano,
la dimensión austera solo podía atestiguar ser engullida por la materia
disparada e implacable que la fecundaba.
Un abrazo elemental entre ese abstracto presente que flaqueaba
y el inminente futuro
a cada millonésima de femtosegundo.
Un caldo vivo (aún no nos referimos a la vida)
de diminutos chispazos,
un óleo,
un trigal,
un aleteo constante y gravitatorio,
la primera de las interminables.
Nadie sabe cómo
ni cuándo
apareció ese aparejo
que lo cincelaría todo.

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