Tan pronto guardo silencio ambas miradas curiosas se posaron en ella, claramente esperando que continuara su habla.
──── ¿ocurrió algo malo, Senpai? ──── cuestionó el rubio. Casi al instante la chica negó, mientras el azabache simplemente se limitaba a estar de espectador, extraño en él que no a hecho brumas de mal gusto durante este tiempo.
──── ¡n- no, no! En realidad, creo que son buenas, en parte. . .
Su mirada se agacho, y un ligero temblor pareció recorrer su cuerpo. Y no paso mucho para que ambos chicos se pusieran de pie rápidamente, como si fuesen a socorrerla.
──── ¿¡Y- Yashiro!? ──── llamó el fantasma, alarmado. La nombrada había empezado a llorar.
La misma alzó la mano cuando el anterior intento acercarse, entonces se detuvo y de mantuvo en en su lugar. Ambos esperando ahora a que la albina contara su malestar: ella simplemente talló sus ojos quitando el rastro de lágrimas mientras más de ellas amenazaban con salir apenas hablara.
──── y- yo. . yo voy a mudarme, y, p- por eso voy a d- de- dejar la Academa Kamome . .
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En cuanto la peli blanca terminó su habla, un silencio bastante pesado se sostuvo por un período de tiempo, parecía como si las palabras su hubiesen acabado ahí mismo.
Lo único que sonaba ahí eran los sollozos de la chica, el fantasma había desaparecido hacía apenas unos pocos minutos, sin mencionar nada.
La chica atendía una llamada fuera del baño mientras el rubio se encerraba en sus pensamientos.
El silencio se autonombró protagonista en ese momento, la desgastada puerta se hizo rechinar cuando la albina entraba de nuevo.
──── yo ya. . ya tengo que irme ──── habló pesadamente, agachando su vista, pasando a retirarse sin esperar respuesta.
Ella se iba y es como si todo se hubiese detenido, tanto silencio, tanta calma. Y tan pocas palabras, su amiga se estaba llendo en esos momentos ¿a donde? No. . No prestó mucha atención.
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Pasaba el tiempo como fluía el agua. Es como si la presencia de la chica hubiese sido esencial en la amistad de aquellos tres y, de alguna manera, así fue.
Nadie había salido más afectado como el fantasma, parecía el único ser sin un aparato electrónico, y prácticamente, así era.
Mientras él esperaba a que todo fuera una mentira, sus únicos amigos se enviaban stickers de WhatsApp.
¿Qué más daba ahora? ¿Se habían olvidado de él realmente?
Por peor que le sonaba, sabía que, al menos, su amiguita le olvidaría (tal vez) completamente muy pronto. Cabe aclarar que, se deprimía muy rápido, no era muy amigo del silencio. Para su ¿suerte? Escuchó un toque a la puerta del baño.
Ni siquiera había entrado alguien aún, y ya quería que se fuera. Ahora, solo le tocaba ver que tan paciente era antes de que se molestara y corriera a quien sea que estuviera tras la puerta.
Oh y claro que eso paso, justo al segundo toque.
Abrió la puerta de un golpe. Molesto.
──── ¡¿Qué?! ──── gritó.
──── ¡Ha- Hanako! ──── llamó igual, alzando su tono de voz.
──── Kou. .
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