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Las visitas al baño por parte del rubio se habían vuelto cada vez menos, y no solo iba muy pocas veces a la semana. Es que ahora no se atrevía a ver al fantasma a los ojos, apenas y entraba al lugar cuando estaba ahí. ¡La vergüenza lo carcomia por su atrevimiento! ¿Cómo pudo haber hecho algo así?
El espectro se había mostrado bastante tímido en realidad al día siguiente. Una faceta del castaño de la cuál ni siquiera sabía que existía, se moría por besarlo de nuevo.. Pero, otra vez; era una horrible idea.
Y esa vez planeaba no repetirlo.
Un suspiro salió de los labios del rubio. El timbre había sonado hace cinco minutos, lo que significa que debía irse a casa, y, realmente pensó en ir casa, entonces ¿por qué se dirigía a aquél baño..?
─ ¿Hanako? ─ Llamó al llegar, asomando si cabeza tras no ver a nadie más que a un par de Mokkes jugando con unas barajas al ras de la ventana. ─ Quizá no está..
Tras su murmullo guardo silencio. Sí, ya había notado que el chico no estaba en ese lugar, más aún así aguardo, entrando por completo y recargandose de espaldas en el lavamanos.
Impaciente por volver a ver el pálido rostro del chico que le gusta.
Dió un chillido entrando en razón, ¡Oh, por Dios, había besado a Hanako! No puedo evitar volver a emocionarse por sucesos ocurridos días atrás.
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Una semana. Una. Jodida. Semana. Está bien, tal vez en realidad no es mucho, sin embargo para un pobre enamorado tan solo un día sin verlo parecía eterno.
Su rostro lucía cada día más decaído, comenzaba a considerar que de verdad cometió un error.. De vuelta en el baño, igual que cada día al finalizar la escuela, sentado junto a la ventana donde solía estar la mayor parte del tiempo otro individuo. Suspirando con pesar.
Estaba tan centrado en su burbuja de tristeza y desamor que casi le da un ataque al corazón cuando una fría mano se piso en su hombro.
─ Eres muy paciente, ¿eh? ─ Escuchó ser susurrado a su oído, seguido de una burlona risa que conocía perfectamente bien. Por ello volteó su rostro con sorpresa, y claro, obvia emoción.
─ ¡Hanakoo! ─ Su instinto lo hizo literalmente abalanzarce sobre el espectro, rodeandolo con sus brazos para impedir su escape. ─ ¡Maldito idiota, ─ Gritó. Dejando estupefacto al misterio. ─ estaba realmente preocupado! ¿Sabes? ¡Que tonto eres!
Ah.
─ ¡Yo no soy ningún tonto! Tu sí..
No hicieron falta más palabras, el de poca menor altura se permitió también rodear al rubio con sus brazos, un abrazo que ninguno quería terminar por nada del mundo.
No tenían porque hacer, ambos estaban bien así.
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