Simplemente un chico

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Manuel se auto describe como alguien aburrido, su única preocupación fuerte son sus estudios, pero como buena persona estudiosa, suele leer sobre temas que le interesen, es ahí cuando llegó a uno de sus intereses y habilidad menos conocida, le gusta preparar cafés de todo tipo, a veces va por ahí pensando con qué tipo de café estudiará.

No suele frecuentar lugares concurridos porque no suele ser muy activo en cuanto a sus relaciones sociales, pero es porque realmente no sabe interactuar con la gente, pensando en sus antiguas amistades, prefiere estar solo.

Manuel vivía su vida monótonamente hasta que un día vio un aviso de trabajo, miró atentamente cada detalle del trabajo, era para una cafetería, estaba relativamente cerca de su departamento y la paga no era mala, bueno era mejor que lo que ganaba ayudando en la u.

—Puta ¿Y si no me calza el horario? —en ese momento la mente de Manuel se llenó de sus comunes ¿Y sí?, porque, aunque por fuera se viera tranquilo por dentro era una máquina de pensar futuros cada vez más catastróficos. En medio de su hiperventilación mental leyó la letra pequeña.

—"Horarios acomodables"—leyó en voz alta, sonaba bien, podía tomar turnos según variara su semestre, y si se daba el caso podía tomar ramos de tal manera para acomodar su horario de trabajo.

Manuel regresó a su departamento, era un espacio modesto y perfecto para él.

—Llegué—como siempre Piscola lo recibió, maullando y ronroneando a su alrededor—Piscola, no me fui tantas horas.

Manuel es un catlover, literal puede dejar de darse un gusto por comprarle un juguete a su gato, también puede estar muchas horas hablando solo de su gato, pero le incómoda hablar sobre él mismo, son cosas que solo Manuel se entiende.

—No me mires así—Manuel y Piscola estaban en una especie de conversación, de aquellas que solo pueden tener las mascotas con sus dueños—sé que me demoré 15 minutos más, pero créeme que fue por una buena razón.

Manuel tomó a Piscola para ir a sentarse al sillón, encendió la radio y acaricio a su gato, claro pero un gato como Piscola no se puede quedar siempre quieto.

—Ohh el gato pesado, no te podi quedar quieto—Manuel ya sabía cómo era su gato.

Al día siguiente decidió finalmente intentar obtener el trabajo, no le iba a hacer daño cambiar de trabajo, si era sincero esta paga era mejor, aunque eran más horas. Así es como comenzó de nuevo la pelea entre Manuel y su propia mente. Pasaron algunos minutos y finalmente llegaron a una tregua, si o si iría a esa entrevista de trabajo.

Pasaron algunos días y llego la hora, se despidió de Piscola y salió de su departamento.

—Vamos weon, eri grande Manuel—solía tirarse ánimos solo, generalmente los niños lo miraban raro, pero él estaba demasiado mentalizado para darse cuenta.

Finalmente llegó, sentía que estaba en el sitio correcto, quedaba de camino a la universidad, era un lugar bonito, obviamente el olor a café estaba en todo el local.

Ahora venía lo bueno, miró a su alrededor no había tantas personas para el trabajo, pero después se dio cuenta que había llegado muy temprano, por mientras se sentó y espero.

Al cabo de algunos minutos como por arte de magia llegaron más personas interesadas en el puesto de trabajo, Manuel miro de un lado hacia el otro, todas las personas que habían ahí querían el mismo trabajo, era pocos los momentos en que Manuel tenía seguridad absoluta de las cosas, como por ejemplo cuando postuló a su carrera, o cuando supo que Piscola sería el gato perfecto para él, bueno este era uno de esos momentos, tenía plena seguridad en que podía conseguir ese trabajo sin embargo solo era una sensación lo real estaba por venir.

—Siguiente por favor—llamó el encargado, Manuel se dio cuenta que era su turno así que fue al lugar indicado.

—Buenas tardes—dijo tímido.

—Buen día joven, bien ahora solo necesito sus papeles y que me cuente un poco de su conexión con el café.

—Oh, bueno, emm me gusta prepararlo para estudiar y leer sobre eso, básicamente—mientras decía eso extendió una carpeta con sus datos.

—Es bueno escuchar que le apasiona, déjeme averiguar si es verdad— la persona extendió tres tazas de café—bien ahora necesito que identifique que cafés son.

—De izquierda a derecha son Cappuccino, americano y un latte.

Manuel supo enseguida ya que era bastante obsesivo a la hora de aprender sobre cosas que él estimará como interesantes, ocurrió lo mismo cuando leyó un artículo sobre tipos raros de enfermedades, también cuando se interesó en el voleibol y así sucesivamente.

—Excelente...puedes pasar a la siguiente fase.

—Gracias—Manuel salió tranquilamente de aquella oficina, se dio cuenta que quedaba la mitad de los postulantes, ese patrón se mantuvo hasta el último momento.

—Bien, ustedes tres son los últimos que quedan de todos los que postularon, tengo una prueba final, necesito que la persona que esté en el puesto sea capaz de hacer Arte del latte — habló la persona que tomaba las pruebas, a esta altura Manuel asumió que era el dueño.

Manuel había llegado más lejos de lo que pensó, entonces ya se dio por satisfecho, miró a su alrededor y dedujo todo, el caballero se quedaría con el empleo, la chica y él tendrían que conformarse con haber llegado tan lejos, se dirigió al mesón y observó, arte del latte, la cosa en la que más tiempo utilizó y que perfeccionó como solo él pudiera hacerlo.

Manuel optó por un diseño no genérico, así podría diferenciarse de los demás, cuidadosamente diseñó un animal, un gato, si, era Piscola o lo más parecido, finalizó justo a tiempo.

Después de un rato el dueño comenzó a llamar individualmente, Manuel quedó para el último, notó que el caballero que era mayor, salió con una cara neutral por lo que no pudo leer bien si quedo o no, pero se fue por lo cual asumió que no, eso quería decir que tenía una mínima oportunidad.

Cuando por fin salió la chica, Manuel se sorprendió, esta chica salió muy feliz, por lo que pensó lógicamente que lo citarían para decirle que no obtuvo el trabajo y con esto en mente entró a la oficina.

—Joven, sus diseños no son comunes, son innovadores, estaban bien hechos y si no me equivoco los hizo bastante rápido, con todo esto en resumen quiero decir que quedó en el puesto.

—¿Qué? — las palabras del dueño habían sido como un bombardeo de información.

—Tiene el trabajo, ¿Está contento? —Manuel seguía sin palabras hasta que logró decir algo.

—Pensé que se lo había dado a la chica que salió recién.

—No, no, ella tendrá otro trabajo, tú serías el que se encargue de los cafés, especialmente de los que tienen diseños.

Ambos se miraron largo rato, Manuel se encontraba pensando que había llegado lejos, pensó en que podía trabajar en un lugar con olorcito a café, finalmente le sonrió al dueño.

—Muchas gracias por el trabajo, de verdad.

—Bien, entonces estás contratado joven...

—Manuel, un gusto y de nuevo gracias—estrecharon sus manos en símbolo de acuerdo.

El chico de la cafetería (ArgChi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora