Esta historia comienza con Martín, un chico argentino que estaba de intercambio en Chile, o al menos esa era la situación en un inicio, después de algún tiempo decidió trasladarse a Chile de manera definitiva.
Martín no tenía mayores problemas para vivir, consiguió de alguna manera financiamiento para la universidad y tenía un trabajo en una librería pequeña, no es que le apasione el mundo de la lectura, pero encontraba tranquilo el lugar, además el jefe le dejaba escuchar música en el trabajo, también podía estudiar en el horario de trabajo cuando la librería estaba vacía.
Después de su horario laboral solía ir a la misma cafetería de siempre, era según él una recompensa por su gran trabajo, que no iba a negar, era muy bueno memorizando los precios y que libros tenían en stock, también es muy querido por las señoras que iban por libros de cocina o de tejido. Volviendo a su recompensa, al entrar saluda a todos los clientes que frecuentan el lugar, ya que los conoce a todos, va demasiado seguido, específicamente unas 3 veces por semana.
—¡Hola! Che dame lo de siempre.
—Al tiro Martín, ¿Cómo anduvo la pega?
—Bien, pero algo aburrida, no andaba tanta gente, con decirte que solo anduvo una abuelita dando vueltas.
—Ya, pero imagino que compró algo.
—Ojalá, boludo ¿Podés creer que se dio unas cinco vueltas? Y no compró ninguna boludez.
El dueño del café miraba al argentino quejarse de la dichosa abuelita, para él Martín era como ese amigo joven con el que veía los partidos, se solían juntar los días libres del rubio a ver partidos nacionales o a veces veían fútbol internacional, siempre acompañados de asado y cervezas. El dueño simplemente comenzó a reírse de Martín, el triste monólogo de como la abuelita no compró nada y que además el argentino tuvo que bajar varias veces a la bodega a buscarle ejemplares de libros para que después la señora no comprará absolutamente nada.
—¿Querés quilombo?
—No, no, jajaja toma tu café, a ver si te relajai un poco.
—¿No sabés hacer formitas con la espuma como los cafecitos de Instagram? —Martin miraba aburrido su café.
—No, nunca aprendí la verdad, ¿Tu sabi cómo?
—No, tampoco, pero viejo si encontrás a alguien que lo haga, podés sacar provecho para publicidad.
—Ah, teni la pura cara no ma.
Luego de tomarse su café, Martín se fue a su departamento, es un departamento monoambiente, excelente para alguien que vive solo, no queda muy lejos de su facultad ni de su trabajo, Martín era una persona con suerte para encontrar cosas ideales, para completar su vida solo le faltaba algo, si, supercliché, una persona con la que pudiese compartir, contagiar su felicidad y cariño, no era muy exquisito a cuanto gustos, solo le gustaba la gente sincera y con la que pudiese sentirse cómodo, tampoco se acomplejaba con no tener pareja.
Llego otro día de trabajo, pero esta vez le fue mejor, la abuelita del otro día regresó con su nieto, quien muy amablemente le pidió a Martín que si podía darle los libros que su abuelita pidió el otro día. Martín se los paso y la abuelita aprovecho de comprar también algunos libros de niños para sus nietos más pequeños.
La tarde pasó lenta, pero no fue un problema pues Martín tenía unos informes pendientes, así que los redactó y aprovechó de imprimirlos en la impresora del trabajo. Decidió que era una buena idea ir al café, porque en su cabeza resonaba "Me lo merezco por esos informes, soy alto crack" Llegó igual que siempre enérgico, más contento que la última vez, ya que hubo más clientes y más ventas, lo que significaba, comisión.
—Ah Martín justo a tiempo, ¿Cómo estuvo tu pega hoy?
—Mejor, podés creer volvió la abuela, pero compararon como 6 libros.
—Con razón veni tan contento, oye estuve pensando en lo que dijiste la última vez.
—¿Lo de poner una tele para ver los partidos?
—No, no, ya te dije que es un café, busco que sea un lugar para trabajar y relajarse.
—Sos aburrido, entonces ¿Qué cosa?
—Lo de los dibujos en el café, creo que se llama Arte del latte.
—Aaah con que a eso te referías, che si ya te dije que tengo ideas buenas cuando me lo propongo.
Posterior a que se fuera Martín y cerrará la cafetería, el dueño había ya citado a algunos postulantes al trabajo para ver de que eran capaces. Había todo tipo de personas, desde algunos bastantes jóvenes hasta personas que su sola presencia irradiaba experiencia. Entre todas las pruebas solo quedaron 3 al final, una chica bastante alegre, un caballero que quizás rondaba los cuarenta y por último un muchacho que no destacaba mucho, pero por algo quedo allí.
—Bien, ustedes tres son los últimos que quedan de todos los que postularon, tengo una prueba final, necesito que la persona que esté en el puesto sea capaz de hacer Arte del latte.
Para poder hacer la prueba el dueño dispuso todo lo necesario, cada postulante podía hacer el dibujo que quisiera, claro acorde a un tiempo estipulado. Al cabo de algunos minutos el dueño anunció el final del tiempo.
—Ya se acabó el tiempo.
El dueño se paseó entre las tres tazas de latte, notó que el de la chica era el peor, que los diseños del caballero era simples y que en cualquier cafetería dedicada lo encontraría, pero observó con cuidado el trabajo del último chico, era un dibujo no común, tampoco algo complejo, era innovador. Llamó a cada uno por privado para conversar e informar sobre su desempeño.
—Mire señor lo lamento, sus diseños son poco innovadores, pero aprecio su talento, gracias por venir.
—No se preocupe, espero que encuentre a alguien.
Hizo pasar a la chica, quien en realidad a ojos del dueño tenía cualidades para otro empleo.
—Señorita, aprecio su trabajo, pero no quedó en el puesto, pero lo que si siento que usted es alegre y fácilmente puede empatizar con la gente, ¿Quiere un trabajo como cajera? Claro ocasionalmente puede preparar cafés helados, el sueldo sería el mismo.
—¿¡En serio!?, Acepto, muchas gracias.
—Entonces queda contratada...—ojeó los papeles buscando su nombre—señorita Tiare
—Un gusto, espero no decepcionarle—la chica le sonrió ampliamente.
Finalmente hizo pasar al último, el chico no se veía realmente animado, quizás pensó que no quedó al ver tan feliz a Tiare, se levantó y se dirigió hacia donde estaba el dueño de la cafetería, sin muchas esperanzas la verdad.
—Joven, sus diseños no son comunes, son innovadores, estaban bien hechos y si no me equivoco los hizo bastante rápido, con todo esto en resumen quiero decir que quedó en el puesto.
—¿Qué?
—Tiene el trabajo, ¿Está contento?
—Pensé que se lo había dado a la chica que salió recién.
—No, no, ella tendrá otro trabajo, tú serías el que se encargue de los cafés, especialmente de los que tienen diseños.
Ambos se miraron largo rato, el muchacho a juicio del dueño no estaba procesando mucho lo que estaba ocurriendo, hasta que finalmente sonrió.
—Muchas gracias por el trabajo, de verdad.
—Bien, entonces estás contratado joven.
—Manuel, un gusto y de nuevo gracias.
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El chico de la cafetería (ArgChi)
Storie d'amoreMartin es un chico sencillo y que sabe lo que necesita y quiere en todo momento, Manuel es un chico que solo se enfoca en su trabajo y no mira su alrededor. ¿Qué ocurrirá cuando sol y luna choquen entre si? Recuerden que soy chilena y no tengo famil...