Cada paso para seguir es una tortura. Arde, duele, debilita y hace imposible levantar el pie del suelo. Como si estuviera atornillado. Pero detrás de cada pisada se queda un trozo del pasado, un trozo del verdadero dolor. Y aún sabiendo que va a ser insoportable tienes ganas de continuar.
Ganas de pisar piedras, sabiendo también que si acabas el camino no tendrás que volver a recorrerlo. Ganas de caer por acantilados, ganas de darme de bruces contra el suelo y mancharme de tierra. Ganas de levantarme y sacurrirme. Ganas de que la lluvia escueza y cierre las heridas. Ganas de llorar de rabia. Ganas de gritar sin voz.
Ganas de recorrer cada una de las espinas de la rosa que nace en mitad del camino. Ganas de sentir miedo y llanto ante lo desconocido. Ganas de ver lo negativo, ganas de creer que la felicidad no existe. Ganas de caer en el foso de un cementerio.
Ganas de sufrir un poco más y esta vez, nacer. Y si, digo nacer y no renacer. Ser la misma que ahora, llena de fuerzas. Curada y con cada herida cicatrizada. No estar rota. Olvidar lo que me atormenta la mente.
Pero sobre todo, ganas de seguir caminando. De hacer de mi alguien que no teme a los problemas, alguien que no opta por el sendero fácil. El truco está en dar pisadas, poco a poco pero seguras. Esta vez si, a caminar. Estoy a medias.
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Escritos variados.
Short StoryPequeños textos de diversos temas que he ido e ire escribiendo este año.