Esposa Toma Crucero

Capitulo 7

"Victoria me contó todo sobre tu obsesión por la comida esta mañana, y no te preocupes, no estoy enojada por todas las cosas que han estado sucediendo. Decidí que la mejor manera de remediar la situación es comenzar a comer de nuevo. Nunca quería parar en primer lugar, es solo que pensé que querías que me quedara delgada. Me encanta comer, ¡y de ahora en adelante no voy a parar! "

Mark se rió, "Creo que ya has tenido suficiente por hoy, ¿no es así? ¡Es suficiente comida para todo el barco! ¿De dónde sacaste todas las golosinas de todos modos? ¿¡Y cuánto va a costar esto!?"

Melissa arqueó una ceja con curiosidad, "¿Qué quieres decir con suficiente? Eso es solo un almuerzo ligero, cariño, espera a ver la cena, que, por cierto, debería estar aquí en unos veinte minutos. Y oh sí, los chefs de repostería personales de Victoria están trabajando día y noche para mantenernos a las dos en dulces durante el resto del viaje ".

Mark se quedó estupefacto y empezó a tartamudear: "¿Pero qué hay de tu ropa? ¿Cómo te vas a vestir para las cenas formales o los espectáculos nocturnos?"

"¿Quién dijo que necesito ropa?" Melissa dijo con una sonrisa maliciosa.

Hubo un golpe en la puerta. "Servicio de habitaciones", dijo un joven fuera de la habitación.

Tres semanas después del inicio del crucero, regresaron al puerto. A pesar del magnífico clima caribeño y las largas horas de sol, Mark y Melissa no tenían un bronceado del que hablar. De hecho, nadie los había visto desde el segundo día en que Mark pasó la tarde en el bar. Fue mejor, porque nadie habría reconocido a Melissa cuando bajó como un pato por la pasarela del crucero y se dirigió a tierra firme. Solo un día después de hablar con Victoria, Melissa ya no le cabía ninguna de sus ropas, y fueron entregadas a la tripulación del barco para que las donaran a organizaciones benéficas en los distintos puertos de escala. Melissa había comido de forma ininterrumpida durante veinte días y le habían proporcionado los pasteles más ricos y ricos en calorías y los postres deliciosos. Sus ganancias habían sido constantes y predecibles al principio, aunque había inflado más de 25 libras en las primeras horas, ¡incluso antes de que llegara la enorme variedad de comida para la cena! Consumiendo casi 50.000 calorías en cada comida, había duplicado su peso en solo ocho días y ahora estaba a punto de duplicarlo una vez más. Melissa se tambaleó hasta una báscula de carga a granel y se subió a la plataforma metálica plana para pesar. Mark observó cómo la lectura digital subía de cero y se desaceleraba una vez que alcanzaba los 400. Se detuvo en 472, luego subió uno más a 473, luego volvió a 472 y se quedó allí. Mark silbó y le dio a Melissa un gran abrazo y un beso. "¡Solo unas pocas más hasta que tengas cuatro veces el tamaño que tenías al comienzo del viaje!".

Melissa se rió y todo su cuerpo se onduló con la grasa recién formada. Bajarse de la báscula desencadenó otra ola de sacudidas por todo su cuerpo, y Mark miró con aprobación su trasero ancho y con hoyuelos y sus muslos hinchados y carnosos. Una serie de michelines en tamaños crecientes se originaron justo debajo de los senos de Melissa y terminaron con un vientre enorme y distendido que colgaba muy por debajo de la cintura de su minifalda. Los senos recién expandidos de Melissa se balanceaban pesadamente de un lado a otro debajo de la camiseta holgada. Obviamente, sus sujetadores habían sido descartados semanas antes, y tendría que arreglárselas hasta que pudiera comprar un modelo personalizado. Afortunadamente, Victoria le había prestado a Melissa algo de ropa que era adecuada para el viaje a casa, aunque las dos mujeres habían crecido fuera del guardarropa que Victoria había traído en el crucero. Tendrían que ir a comprar ropa nueva de inmediato, pensó Mark, a menos que Melissa siguiera creciendo a este ritmo. "Tal vez deberíamos olvidarnos por completo de cualquier ropa, al menos hasta que dupliques tu talla de nuevo", pensó Mark para sí mismo.