Alice Evans, condenada a ver a su mejor amigo tratando de conquistar a su hermana. ¿Que pasaría si sus ojos comienza a ver a ese chico, James Potter, de forma distinta?
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La luz de la luna era lo único que lograba iluminar escasamente parte de la cancha de quidditch. El toque de queda se había cumplido ya algunas horas atrás, no había ni un solo estudiante vagando por los pasillos, estaba mas solo que nunca. A excepción de dos jovenes recostados en el pasto, en medio de la cancha. Ambos se encontraban en completo silencio, contemplando el cielo estrellado.
—Alice... -James comenzó a hablar en un susurró apenas audible.
Alice volteo a verlo. —¿Que pasa, Jamie?
—Es que tú no la haz visto...
Alice miró sus ojos. Estaban brillando. Creyó estar segura que se debía a las lágrimas que el chico había derramado minutos atrás, Pero cuando quiso decir algo, James se acomodo, sentándose y mirándola fijamente.
—De verdad, Alice.
—James, claro que la he visto. Es mi hermana. —Intentó hacerlo soltar alguna risa, aunque sea una leve, como solía hacer de costumbre. Pero no lo logró.
Nada, ni siquiera se asomó una mueca, no arrugó la nariz, no bufó. No hizo nada. James se veía decaído, apagado.
—No, Al. No así -Negó con la cabeza. —No como la veo yo, ¿entiendes? no es fácil dejar ir a alguien así como así.
—James, seré tu amiga pero también soy mujer. Nosotras así no funcionamos, mucho menos Lily. -Se sentó tomando posición en frente de él. Tomó sus manos y siguió hablando intentando encontrar las palabras más suaves. —Jamás te mentiré para hacerte sentir mejor, así no son las amistades. Si Lily te quisiera, no tendrías que pasar por esos rechazos constantes.
—Solo necesita conocerme bien, Aly.
—James, es que no puedo entender. Puedes tener a cualquier chica de Hogwarts si quisieras. ¿Por qué te fuerzas en enamorarte de Lily?
—No quiero a alguien más, Alice. —Respondió James con simpleza, pero seguro y firme a la vez. —Quiero a Lily. Ella es hermosa, es lista, tiene unos ojos hermosos... Aunque quisiera, nunca podría ver a alguien más de la misma forma que la veo a ella. Eso jamás cambiará.
Alice guardo silencio. Soltó las manos de James para poder acomodar su cabello hacia atrás mientras suspiraba. James estaba enamorado realmente, y ella sabía que no lograría nada. Pero quedaba en el seguir ese patrón infinito.
—Alice.
La chica volteó al escuchar a alguien llamar su nombre a sus espaldas, pero antes de poder ver detrás de ella despertó de golpe.
—¡Alice!
Cuando abrió los ojos, los rayos de sol la golpearon sin piedad, haciendo que cerrará con fuerza los ojos.
Remus la miró alzando una ceja. —¿Pesadillas?
—Seh... -Respondió adormilada. Se talló los ojos mientras un bostezo escapaba de sus labios.
