Alice Evans, condenada a ver a su mejor amigo tratando de conquistar a su hermana. ¿Que pasaría si sus ojos comienza a ver a ese chico, James Potter, de forma distinta?
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Alice estaba furiosa. Se supone que ese día debía haber estado haciendo un trabajo de pociones en pareja, con James. Pero él no había llegado.
No era solo él quien no estaba presente en el salón, también faltaba Remus, Sirius y Peter. Extraño.
Tuvo que hacer el trabajo ella sola. No podía creer que la hayan dejado plantada así. Le resultó humillante.
Aun así, el enojo no era lo unico en lo que podía pensar. ¿Que estaba haciendo ese grupo de imbéciles como para no llegar a clases?
Y, oh Merlín. ¿Remus? Él nunca faltaba a clases, por ningún motivo. Excepto si estaba muy débil luego de una noche de luna llena.
¿Se habrán metido en problemas? Pensó Alice.
Pero cuando luego de la clase, Lily se acercó a ella, notablemente molesta, informándole que Mcgonagall la esperaba en su oficina... Había confirmado sus sospechas.
Apenas abrió la puerta del despacho de la profesora, se encontró con un Peter avergonzado, con una visible expresión de culpa.
Mientras tanto, James y Sirius se miraban con una sonrisa llena de orgullo. Mantenían una rebosante aura de superioridad. La cuál rápidamente se desvaneció apenas Minerva llamó al nombre de la chica.
-Minnie -Alice arrugó sus cejas. Confundida.
-Señorita Evans. -Saludó la anciana. -Tome asiento. -La invitó a sentarse en una silla vacía, que justo estaba posicionada entre Sirius y James.
Asintió, obedeciendo a la mujer. Cerró la puerta detrás de ella y se fue a sentar.
Supo que algo malo habían hecho cuando pasó al frente de ellos y bajaron la mirada. No podían verla a los ojos.
Siempre que se equivocaban hacían eso, fue igual en segundo año. Cuando le hicieron una broma pesada a un chico de Hufflepuff que le gustaba a Alice. Él no no le había vuelto a hablar después de su salida a hogsmade. Mientras que lloraba con sus amigos, ellos no decían nada, ni siquiera la miraban. Más tarde se entero de lo que habían hecho.
-Bueno, señorita Evans. -Minerva acomodó sus lentes para mirarla. -De acuerdo a su expresión, creo que usted no estaba enterada de nada de esto. ¿No es así?
Alice frunció el ceño e intentó mirar a alguno de sus amigos, pero ni siquiera Remus le devolvió la mirada.