cero cuatro

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Eran alrededor de las cinco de la madrugada, mucho antes de que amaneciera Toji se levantó de la cama, pues no consiguió pegar el ojo en ningún momento. Se sentía algo raro, tal vez porque era la primera vez que se ofrecía a un hombre, sin embargo, eso no era lo único que abundaba en su mente. 

— Megumi...—Los recuerdos (la mayoría malos) llegaron como si fuese una película de horror pero no, era la maldita realidad a la que se condenó. Lágrimas, tan sólo algunas descendieron por sus mejillas, lloró en silencio y cuando se calmó tomó su ropa, poniéndosela en el trayecto a la salida de esa casa.

Así comenzó otro día para el pelinegro.

Se iba a dar unos días libres de estar con mujeres debido a que, antes de dormir, Gojo le pagó lo que acordaron y sí, era bastante dinero. Se puso a pensar, ¿debería comprarse más ropa?, ¿buscar un lugar seguro para dormir?, ¿comprar comida saludable? No, cómo crees... Terminó en un bar de mala muerte ya que ahorrar era lo más importante, según él.

En el bar la gente podía cantar la canción que se le antojara con micrófono en mano y frente a los demás, es por eso que había una bella mujer de cabello corto y color negro, y con ojos de color café pero resaltaban bastante cantando con sentimiento tal canción, incluso Toji que se encontraba en el fondo podía notar cómo la fémina lloraba sin quebrar la voz. No era fan de la música aunque reconocía que esa chica lo hacía muy bien, lo suficiente como para que él se sintiera melancólico. 

— ¿Cuántos años tiene? Luce joven, es increíble con la voz que tiene. —Habló el prepago al haberse acercado más, estando en la barra e iniciando conversación con quien los atendía.

— Tiene como diecisiete años, es muy joven, a veces viene con un uniforme escolar. —Dijo el bartender. — Ojalá encuentre consuelo pronto, siempre viene a cantar mierdas de ese estilo sin dejar de llorar... Igual es hermoso.

— Espera, si viene con uniforme escolar, ¿por qué la dejan entrar?

— Te dejo, tengo cosas que hacer. —Supo esquivar a Toji, quien sólo rodó los ojos y devolvió su atención a la chica quien estaba a punto de terminar de cantar.

Fue en ese momento en que el mundo de la mencionada se terminó por derrumbar, fue ahí, cuando cruzó mirada con el hombre, haciéndola parar en seco la canción mientras ponía un semblante de angustia, o mejor dicho de miedo aunque sus manos decían otra cosa, pareciendo molesta; no dejaba de clavarse las uñas en la palma de las manos al hacer estas un puño cada una. 

— Eres tú...—Murmuró, dejando que una última lágrima bajara hasta su barbilla, cayendo por fin al suelo.

Por parte del de ojos verdes estaba confundido, ni siquiera había escuchado lo que dijo, la miró aún más desconcertado aunque tampoco es que le importara mucho, pues luego de dejar de mirarla, pagó, dejando el dinero sobre la barra y salió del lugar.

Estando fuera encendió un cigarro, poniéndolo entre sus cerezos y emprendiendo camino hacia ningún lugar pero pronto dejó de caminar, pues había alguien estorbándole o mejor dicho, alguien sometiéndolo con una navaja rozándole el cuello, causándole algo de ardor, probablemente le dejaría un rasguño.

— ¿Qué es lo que te pasa, zorra loca?

— Lo mismo me pregunto, puto descarado y asesino de mierda.

En cuanto escuchó eso un dolor en el estómago le recorrió al mismo tiempo que sentía que sudaba frío y sus piernas se debilitaron al temblar. ¿Quién era ella?

toji's women : tojisatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora