cero cinco

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— Duele.

— ¿Eres lento? Es una herida profunda, tengo que cerrarla enseguida yo solo, ¿o quieres ir al hospital y que nos interroguen a ambos?—Siguió poniendo puntos luego de ver que el más grande se resignó.

Luego de un rato, consiguió cerrar la herida, volvió a limpiarle con una toalla remojada en alcohol y se llevó todas las cosas que usó al cuarto de lavado, obviamente no tendría eso a la vista de todos. Más tarde lo desecharía. 

— Gracias. —Habló el herido, sonrojándose en cuanto volvía a tener al otro frente a frente y removiéndole con la yema de los dedos la sangre que se habían dejado en el rostro o en la comisura de los labios cuando se besaron. Gojo se sonrojó de igual manera y sólo se limitó a asentir.

Volvieron a quedarse en un silencio incómodo, parecía como si intentaran hacer como que el otro no existía, Toji sólo jugaba con sus manos mientras que el de tez pálida se echó cansado en el sofá, pues tratar a alguien era más cansado y tardado de lo que se veía. No obstante, por la cabeza de el de ojos verdes comenzó a rondar las preguntas como: ¿Por qué él sabe "lo que pasó"? ¿Por qué lo recibe como si de verdad mereciera que le extendieran la mano? ¿Quién es él? En eso, se escuchó un "click" desde su interior y en un instante ambos hombres se apuntaban con un arma.

— Toji, no quiero que nada malo pase aquí.

— Nada pasará si te dejas volar los sesos. —Arrebatándole un susto, disparó al suelo para apuntar nuevamente hacia él. — ¿Cómo sabes de mí? ¿Para quién trabajas?

— Para nadie, sí sé de ti es porque tú fuiste quién dejó ese bebé frente a mi casa. —Para demostrarle que no temía, también disparó pero rozándole la mejilla izquierda, dejándole un rasguño y la bala termino chocando y destruyendo un jarrón.

— ¿Qué?—Muchas sorpresas le caían encima que se le fue imposible soportar esta última, no sé si fue por la impresión que le dio, o por la pérdida previa de sangre que hizo que perdiera el conocimiento. En lo que cerraba los ojos, lo último que vio fue al otro tratando de reanimarlo.

Satoru dejó que el hombre siguiera inconsciente, o mejor dicho dormido, no tenía idea, pero seguía respirando y se movía de un lado a otro buscando comodidad en la cama en donde lo recostó, suspiró aliviado a lo que se cambió la ropa del trabajo a una de dormir, que consistía en un short deportivo y una camiseta ancha. Se acostó a su lado, quedando frente a su rostro y provocándose de nuevo ese sonrojo en las mejillas a la par que se mordía el labio inferior ante la impotencia que estaba sintiendo. 

— Perdóname. —Murmuró sobre sus belfos, besándolos por un instante.

Se sentía culpable porque sí, no le mintió pero no le dijo, y tal vez nunca le dirá lo más importante, y es que él sabía lo qué pasó con Mai, sí, la conocía, y también a Maki, ya que él está dentro de ese plan de buscar al Fushiguro y matarlo en cuanto lo tuvieran enfrente, sin importar nada. Sin embargo, en cuanto lo vio prefirió llevárselo a la cama, y todavía tenderle el brazo aún después de que le arrebató una de las personas que más le importaba.

Tenía su arma en la pequeña mesa de noche que tenía al lado de la cama y la puso contra la sien del bello durmiente, y con la mano temblorosa fue apretando de golpe el gatillo, pero una lágrima resbaló por su mejilla, porque no se sentía capaz de hacerlo.

— ¿Por qué, entre tantos hombres, tenías que ser tú, Toji?—Cerró los ojos, dispuesto a apretar por completo el gatillo pero se sobresaltó cuando el susodicho se movió otra vez, hablando medio dormido.

— Tengo que irme de aquí. —Estaba adolorido y sin ganas, no obstante, sin abrir los ojos se sentó a la orilla de la cama, buscando su ropa pues estaba sólo en bóxer.

— No, espera. —Botó el arma al suelo y abrazó por detrás al corpulento varón, haciendo que de a poco se acostara nuevamente. — Te puedes quedar aquí todo el tiempo que quieras. —Se acercó a su cara, quedándose lo suficientemente cerca de sus labios, esperando un beso, pero quedó en ridículo.

— Gracias, lo consideraré. —Se giró al lado contrario para no verle la cara, estaba apenado por esa situación tan rara, o sea, hace un rato se estaban matando y ahora está en su cama con mucha tensión sexual. Dios, ni siquiera recuerda en qué momento aceptó el que ese hombre le besara y le correspondiera.

No lo sabe, pero le había gustado y quería repetirlo. 

"Hoy no." Pensó, quedándose dormido.






toji's women : tojisatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora