cero seis

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— Joder... Qué hora es. —Los rayos del sol penetraron la habitación y con ello, sus ojos, sintiéndose obligado a despertar.

Llevaba un mes  quedándose en la casa del zarco, a pesar de que días anteriores estaban dispuestos a matarse, aclararon las cosas, pidiéndose disculpas y aceptando la invitación del mencionado de quedarse pues, como se sabe desde el principio, no tiene a donde ir en realidad.

Salió de la cama para meterse a la ducha y bajar a desayunar, estaba pensando en qué le había dejado de comer el otro, no siempre lo veía por las mañanas pues sabía que se iba a trabajar. De igual forma, dejaron de estar las chicas que eran sirvientas y los choferes y hombres de seguridad con el propósito de evitar rumores. 

¿Qué haces?

Enviado 10:45 a.m. 

Visto 10:45 a.m. 

— Deja de joder. —No le respondió al tomar su celular saliendo de la ducha. Botó este a la cama y fue a la cocina, moría de hambre.

Esta vez le dejó huevos estrellados y jugo de naranja, nunca le llenaba lo que le dejaba así que iba a salir a comprar algo instantáneo en la tienda que quedaba cerca de donde residía. No obstante, eso ya no sería posible porque en cuanto se encontró con sus manos al lavar los trastes, comenzó a llorar, podría parecer que no le importaba y que de verdad era un maldito cínico sin corazón pero la verdad es que no era así. Se sentía sucio después de tanto tiempo, quería arrancarse la piel, ser otra persona, o de plano nunca haber nacido.

Fue otra tarde sola y triste para él. Del cansancio que sentía al dejar de llorar, se quedó profundamente dormido.

⠁⃘ཀ

— ¡Estoy en casa! Para la próxima vez, ¿podrías responder...—Entró gritando para que Toji le escuchara pero eso no era necesario, pues en cuanto entró a la sala, lo encontró acostado, dormido y dejando la televisión encendida, pronto apagó esta. Se quitó el saco, echándolo al suelo y se sentó donde pudo al lado del mencionado, acariciando el cabello que caía por su cara.

¿Cómo es que me gustas tanto? Pensó sin retractarse, pues Gojo era alguien que siempre se ha enamorado fácilmente pero sentía que con él era distinto ya que no le importaba nada de su pasado, sólo quería estar cerca de él, entender el por qué de las cosas que lo rodean. Todo este mes intentó acercarse más, al menos hablando físicamente; se sentía ansioso, quería acariciarlo, abrazarlo, besarlo y más...

Sacudió la cabeza, tratando de esparcir esos pensamientos a nada porque no era momento de ponerse así, para ambos, aunque el pelinegro no lo supiera, fue un mes duro y deprimente. También Gojo lloró, quitándose las lágrimas de las mejillas al instante al momento en que notó que se movía el bello durmiente. Despertó.

— Ah, ¿cuánto tiempo llevabas acosándome?—Tomó asiento en el gran sofá, tallándose los ojos para ver claramente al otro.

— No te acosaba... Acabo de llegar.  —El silencio incómodo que les caracterizaba se hizo presente a lo que Gojo se levantó, yendo escaleras arriba. — Voy a bañarme.

Una hora después ambos yacían en la mesa principal, uno enfrente del otro, cenando en silencio, así eran todos los días, haciendo sentir deprimido al de ojos azules, pensando que quizás nunca podría conseguir algo más de él.

— Y... ¿Cómo te va en el trabajo?—Fushiguro habló, haciendo que el contrario se emocionara como si fuese un perro viendo a su dueño luego de tanto tiempo sin hacerlo. Tan feliz estaba de poder iniciar una conversación, que no paró de hablar de él durante un buen rato.

— Te pregunté que cómo te había ido en el trabajo, no que me cuentes hasta las veces que vas a cagar. 

— Lo siento... Bueno, igual me prestaste atención, ¿no es así?—Dijo entre risas y en un tono atrevido, como siempre, intentando verse seguro de sí mismo. El adverso no dijo nada más así que retomó la conversación. — Toji, ya sabes que los fines de semana no trabajo así que, ¿quieres salir conmigo mañana?

— Espera, ¿me estás diciendo que quieres salir... conmigo? 

toji's women : tojisatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora