— Él es el mar en calma, ¿Sabes? Siempre sereno, inexpresivo, frío. Pero, al mismo tiempo atrayente. Al verlo siento deseos de sumergirme en sus brazos, perderme en esa protección que tanto anhelé de pequeños. Ver su rostro y averiguar cuáles fueron sus cambios, el tiempo en él parece parado. Los años no pasaron en su apariencia, se mantiene joven y eso me genera admiración. Creo que nunca dejé de amarlo, inclusive cuando dejó la aldea hace mucho tiempo.
— ¿Es por eso que nunca fuiste tras de él? — Preguntó la persona que estaba junto a Jiraiya
— No. Bueno, mitad y mitad— Largó un largo suspiro antes de soplar el té humeante que descansaba en sus manos — Una parte de mí temió no ser capaz de hacerlo volver — Su mirada bajó al líquido, lo contempló por un largo rato, como diciendo: "No puedes ni ver a una persona y decir estás palabras" — Sus objetivos siempre fueron tan claros, su inteligencia, su capacidad. ¿Qué podía hacer yo al respecto?
—Pero... él estuvo equivocado en hacer sus experimentos
—Sí, lo sé. No puedo decir que sus acciones estuvieron bien, pero su inteligencia es algo que me ha cautivado de por vida.
—Eres un viejo tonto enamorado
—Un tonto enamorado al igual que tú con ese novio tuyo, Sasuke, ¿Verdad?
La fogata y el ambiente se llenaron de gritos de parte de ambos, mutuamente se molestaron por un tiempo largo hasta caer dormidos. Ellos no fueron los únicos con una charla referente a amores del pasado.
En la guarida de Orochimaru se encontraba este y su aprendiz Sasuke hablando como rara vez lo hacen. Era un momento especial, se generó las ganas de compartir sus pesares amorosos después de un entrenamiento en el cual Kabuto tiró el pequeño comentario referente a Jiraiya. El Uchiha tenía sus dudas y sentimientos encontrados, se proyectaba en la imagen de su mentor, se daba cuenta de que tan parecidos eran. Orochimaru con Jiraiya. El con Naruto.
—¿Y bien? — Preguntó con la expresión más serena que podía tener, ante esa expresión el mayor soltó un suspiro.
—Los jóvenes como tú, aquellos que buscan la verdad ante todo, son molestos y tercos. Jiraiya y yo éramos como tú y Naruto.
—¿Cómo nosotros dos? No sabía que una serpiente austera podía tener algo de amor en su corazón.
—¿Acaso dije que lo amaba?
—No literalmente.
—Perspicaz, te diste cuenta sin que yo te lo dijese — Se levantó de la primera reunión que estaban teniendo — No creo que pueda decirte más de lo que ya has averiguado, en esta corta charla. Usa la información a tu antojo, si quieres seguir los mismos pasos o cambiar el destino. Hay una cosa diferente entre tu dúo y el mío. Ese chico rubio es demasiado terco, más que Jiraiya. Tenlo presente.
No se dijeron más nada, Orochimaru jamás hablaría extendido de su romance con el senin. No le apetecía ser tan claro con ajenos, sabe lo que siente desde el fondo de su persona y quizás al tenerlo tan profundo. Esa incapacidad, esa negación ferviente y a la vez la mínima aceptación. Generan que le sea imposible volver hacia él. Ve al hombre como una figura del pasado. Un ente etéreo al que jamás piensa regresar, porque cree que lo suyo fue un romance que debe mantenerse en la inocencia de la niñez y pequeña parte de la adolescencia.
Los dos entienden que esa parte de su pasado no se cambiará.
Tal vez... y solo tal vez. Si no hubiesen sido tan terco con las emociones humanas. Si Orochimaru hubiese mantenido su humanidad, y Jiraiya no hubiese sido un cobarde... Solo tal vez, podrían haberlo hecho funcional.
Cada uno desde su sitio, vislumbrando la luna o el río en calma, piensan en el otro. Jiraiya cree en las aguas calmadas que reflejan la negra noche parecida al cabello de su amante. Orochimaru ve en la blanca luna los cabellos que alguna vez acarició con sus dedos en las noches que durmió junto a él.
Se anhelan y lo saben.
//Hace muuuuuuuuuucho no me animaba a escribir JiraOro. Fueron meses, hoy se me dio por intentarlo y ver que salía.