CAPÍTULO 4: LA ABUELA

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LA ABUELA

*

Dejo la rosa en el pequeño florero que acabamos de traer y tomo el otro para llevarlo a casa y luego lavarlo.

—De verdad que yo no entiendo por qué hacemos esto —me quejo en voz alta y mi mamá me mira mal.

—¿Cómo que por qué, Alexandra? Era tu abuela, ¿quieres dejar de visitarla? —ruedo los ojos.

—No me refiero a eso mamá, claro que quiero seguir viniendo a visitarla, quiero decir que porqué le seguimos trayendo flores. No tiene sentido alguno, solo se mueren y hacen el sitio aún más deprimente, además, las flores se regalan en vida, no en muerte —mi mamá niega con la cabeza como si no supiera que hacer conmigo.

—Eres tan sensible, corazón —ironiza y yo finjo dolor.

—Oh madre, tu sarcasmo me lastima —me pongo una mano en el pecho y ella me rueda los ojos murmurando un "ridícula".

Tiene unos días que volvimos de nuestras vacaciones y habíamos querido venir a ver a mis abuelos antes de que yo tuviera que entrar a la escuela. Estamos en la primera semana de Agosto, por lo que la universidad iniciaría en una semana más.

No voy a negar que me encuentro jodidamente nerviosa, pero al final sé que todo va a salir bien, está vez TIENE que salir bien.

Siento movimiento a mi lado y es mi madre que se ha agachado para recoger el otro florero que está en la tumba de mi abuelo.

—Seguro que ellos estarían de acuerdo conmigo con respecto a las flores —canturreo y ella asiente.

—Si, es lo más probable.

—Es que yo siempre tengo razón —presumo aunque sé que no es cierto, ella solo sonríe un poco y después de soltar un suspiro empieza a avanzar lejos de ellos y por tanto de mi.

Estaba a punto de hacer una broma con respecto a que me estaba abandonando pero no me pareció el momento indicado pues, cuando se queda completamente taciturna quiere decir que algo va mal, probablemente vuelva a pensar en todos los momentos que pasaron juntos, suele pasarle a menudo cuando venimos a visitarlos.  

Ella mira por encima de su hombro para asegurarse de que yo vengo detrás y después sigue caminando como si nada. Ya en el auto ella pone música pero a un nivel bajo, lo que me da a entender que tiene algo que decir.  

—Iremos a la casa de tus abuelos —vale, eso no lo esperaba definitivamente, la miro esperando que siga pero no lo hace.

—¿Por qué haremos eso?

—Necesitamos limpiarla y arreglarla, ya han pasado dos años, creo que es hora de venderla finalmente —arrugo el entrecejo.

—Pero, ¿necesitamos dinero? Porque si es así puedo trabajar, yo podría...

—No —me interrumpe—, no es eso, simplemente que creo que ya es tiempo, no usamos esa casa y entre más tiempo pase es menos probable que la compren —trago saliva pero asiento, sé que tiene razón.

—Esta bien —no sé que más decir.

—Tranquila cielo, no será como que nos vamos a olvidar de ellos, es solo que... debemos seguir, y esa casa lo impide un poco —me limito a asentir un poco y darle una sonrisa que parece una mueca, le subo a la música zanjando la conversación y ella maneja hasta la casa de mis abuelos.

Mi mente viaja a todos aquellos momentos que compartí con ellos, debo admitir que duele pensar en que esa casa pertenecerá a alguien más, pero también sé que es lo correcto y lo más sano. Trago saliva para deshacer el nudo que tengo en la garganta, no quiero llorar.

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