CAPÍTULO 3: EL DOLOR NO ES ETERNO

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EL DOLOR NO ES ETERNO.

*

2 años después.

Estoy sudando como un maldito cerdo.

Espera, los cerdos no sudan. Bueno el caso es que estoy sudando a mares. Mis pies suenan contra el asfalto y la música resuena en mi cabeza como si estuviera en un concierto por lo alto del volumen.

Voy de regreso a mi casa después de mi rutina de ejercicio que contiene también el correr 5 kilómetros. Dentro de un par de meses cumpliré 18 y esta vez si que puedo decir que me complace demasiado verme al espejo. La buena alimentación que llevo y el ejercicio constante que he hecho desde la muerte de mi abuelo hace más de 2 años aunado a mi tardío desarrollo me han servido de mucho para mí imagen.

Ahora soy capaz de llenar una copa B y poco más, mi cintura es pequeña y mi vientre tan plano que puedes jugar con carritos hot wheels ahí y vamos, que no hablar de mi trasero grande y firme como roca producto de las sentadillas que hago a diario. Debo admitir que los beneficios de crecer me han llegado algo tarde, pero no me quejo puesto que el resultado ha sido más que estupendo, incluso mis mejillas que antes eran voluminosas han disminuido considerablemente su tamaño.
 
Me detengo por unos segundos y coloco mis manos sobre mis muslos para poder respirar bien. Mis piernas queman pero si no duele no sirve, así que después de respirar pausadamente me levanto y sigo mi recorrido. Chupo el piercing que está en mi labio inferior pero lo suelto casi de inmediato en cuanto noto lo que estoy haciendo, constantemente mi madre me regaña por ello, mi ansiedad me exige estarlo chupando todo el tiempo, provocando que en ocasiones me salgan hilitos de sangre.

Comienza a sonar Sexy Back en mi playlist y no sé si bailar, cantar o burlarme de lo mezclada que es mi música. Siento el sudor recorrer mi cuello cuando estoy a un par de cuadras de mi casa, comienzo a caminar para relajarme y no detenerme de abrupto, seguramente mi mamá siga dormida pues la única que adquirió buenos hábitos después de todo lo que pasamos fui yo, lo ví como un incentivo en lugar de una excusa para ser miserable.

Entro a casa y efectivamente, todo está en silencio, señal de que mi madre sigue en el quinto sueño, subo las escaleras corriendo y después de asegurarme de que mi corazón ya late a un ritmo más normal y yo no estoy tan sudada, entro a la ducha. No me toma demasiado tiempo estar bien limpia, sin embargo, el tratamiento que uso para mi cabello teñido ahora de un rojizo claro es lo que me hace consciente de la hora.

Porque si, en la vida real los súper glow up no ocurren de la noche a la mañana y por obra del espíritu Santo, a mí me ha costado tener el cuerpo, la cara y el autoestima que tengo ahora, mi cejas antes negras y similares a dos animales con pelos, ahora son de un lindo tono rojo iguales a mi cabello —ambos teñidos— y con una perfecta depilación producto de miles de tutoriales en Youtube, mi cabello ahora tiene más volumen y en ocasiones algunas ondas, cuando tengo el tiempo de usar crema para peinar y la paciencia para hacerlas.

Actualmente me siento feliz con mi progreso, hablando físicamente y anímicamente, en ocasiones aún recuerdo a mis abuelos; con sus lindas sonrisas y sus ocurrentes comentarios. Pero la verdad es que ya no duele, al menos no como antes, me causa nostalgia algunas veces el hecho de recordar y saber que ya no puedo verlos aunque quiera, porque ya no están. Pero sobrevivimos, estamos disfrutando porque sabemos que ambos querrían eso para nosotras.

Terminando con mi cabello me quito la toalla y me pongo un conjunto de ropa interior que siendo honesta, me va perfecto. No es lencería como tal, pero si que es un conjunto bastante sexy; comencé a usarlos desde que comencé mi vida sexual hace unos meses. Al inicio todo fue por pura curiosidad, pero descubrí que en realidad es un gran desestresante y una buena forma de ejercitarse, además de placentera. 

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