CAPÍTULO 8: LIBERTAD

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LIBERTAD

*

—¿Qué hace aquí? —es mi forma nada amable de responder a la mujer frente a mi, mientras que, el abogado y el vendedor —visiblemente incómodos— deciden salir velozmente.

—Hasta la próxima, señorita Johnson.

—Pregunté qué hacías aquí —vuelvo a decir después de asentir ligeramente hacia los señores. Realmente no puedo creer que no consiga ni un momento de paz.

—Yo eh…, lo siento, necesitaba hablar contigo. No creí que tú mamá estuviera…, uhm…, que hubiera fallecido —carraspea y yo casi quiero reír ante su incomodidad. Supongo que debo acostumbrarme a los comentarios —. Mira yo, no me pareció correcta la forma en la que te fuiste la última vez, entiendo lo de tu madre pero yo no soy tu enemiga, quiero apoyarte en esto y más aún después de saber esa noticia.

—Ya tengo personas que me apoyan, muchas gracias —aclaro, ni siquiera sé porqué estoy tan a la defensiva. Probablemente es porque una parte de mi siente rencor hacia ella, por el hecho de que mi padre nos dejó a mamá y a mí, pero no a ella y a ojos-tipo-láser-perfecto.

—Estoy segura de que sí, y eso me da muchísimo gusto, pero, quiero decir, si en algún momento quieres solo alejarte o probar un aire nuevo, mi casa está totalmente abierta y disponible para ti —relajo mis hombros que hasta ese momento se encontraban tensos y suspiro, solo está siendo amable. Y, honestamente no sé si soy yo, pero ella es el tipo de personas que liberan una energía que te hace sentir bien de inmediato.

—Muchas gracias, de verdad agradezco el gesto… señora Jenny —su rostro denota sorpresa.

—¿Cómo…? Oh, espera, él menciona mi nombre en la carta, ¿cierto? —por un segundo pasa por mi mente la idea de decirle lo idiota y poco hombre que era mi padre, pero siento que eso no me corresponde así que solo asiento levemente.

—¿Te gustaría pasar?

—No quiero importunar, solo venía a hacerte saber que cuentas conmigo.

—Está bien, no hay nadie ahora mismo y me vendría bien algo de compañía —trato de hacer una sonrisa pero fallo completamente.

—Bien, en ese caso supongo que puedo quedarme unos minutos —ella sí que sonríe. Abro la puerta y la dejo pasar.

Mira alrededor con curiosidad y yo camino a la cocina, carraspeando un poco la garganta para que me siga. Entro y lo primero que hago es prender la cafetera.

—No quiero sonar entrometida pero, ¿los señores saliendo de aquí eran familiares tuyos o algo así? —repito, esa aura tranquila que tiene me provoca contarle todo sobre mí y no sé qué tan bueno sea eso.

—No, uno era un abogado y el otro un vendedor de inmuebles —trato de resumir mi respuesta pero parece que ella lo capta, por lo que junta sus manos como adoptando una postura más profesional.

—No te lo había dicho, pero yo también soy abogada, es por eso que administraba varias cosas legales de la cadena de farmacias que tiene mi familia. Los procesos de las herencias son complicados y muchas veces engañosos, así que, si estás de acuerdo, yo podría echarle un vistazo a todo el desarrollo para asegurarme de que todo salga de la mejor manera —su comentario me llama la atención, no logro captar del todo su intención, pero en realidad no me está pidiendo que sea ella la que se encargue de todo, solo se ofrece a revisarlo.

—Lo voy a pensar —concluyo.

—Sé que probablemente estarás algo escéptica al respecto porque apenas me conoces, pero yo realmente quiero ayudarte, no busco otra cosa más que eso.

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