Capítulo 6

177 18 17
                                    

Durante el trayecto estuviendon un poco callados. La joven con la mirada perdida, y el azabache al pendiente del actuar de ella, sus manos aún se mantenían unidas, mientras Perú debatía seriamente ¿Por que carajos no dejaba de verla con cara de tonto?

Este sin saber mucho que hacer, o mejor dicho, hacia donde ir, buscó con la mirada fijandose en una entreda, que al parecer daba paso a un callejón solitario y algo oscuro, como un pasadizo sin salones, pero espacioso. Pensó en algo rápido y se desvió conduciendo a la ojiturquesa por este lugar.

—Que haces... por ahí no es-

El mayor soltó sus manos repentinamente, confundiendo a la menor, rápido la volvió a sujetar, esta vez enrollando sus brazos alrededor de su cuerpo, acogió el rostro de ella en su pecho, logrando enrojecerla.

—Llora... —susurró suavemente al oído que se lleva el viento, un apretón en el pecho como receptor.

Perú estaba casi seguro de que tenía miles de problemas que ocultaba tras esa bellísima sonrrisa y personalidad divertida, ahora más que nunca le estaba dando su apoyo incondicional, y trató lo mejor posible en hacer que ella sienta todo su afecto y energía.

Su cariño.

Perú ocultaba su nerviosismo apretando un poco el cuerpo ajeno, él también estaba rojo como un tomate, más cuando pensó en la situación en que se encontraban, eso claramente se podría malinterpretar.

—No voy a llorar —se quejó algo fastidiada cruzando los brazos— Vos creés que voy a derramar una sola lágrima por ese estúpido, cobarde, idiota, pelotudo, mal parido, hijo de puta, conchudo, imbécil, etc, etc, etc?

—Pues yo... —la menor se separó de él con una gran sonrisa, había respondido a su pregunta.

Y fuera de bromas pareciera como si la chica se hubiera quitado un gran peso de encima.

—Gracias —sonrió— Ayer vos me dijiste cosas muy lindas... Me ayudaron mucho —pausó para mirar a sus pies— Sabes... creo que lo único que quería era sentirme acompañada, aunque en realidad... nunca encontré lo que buscaba —sonrió girando para encontrarse con el cálido brillo en de sus ojos, aunque su mirada delataba confusión y sorpresa— O tal vez sí... —susurró pensativa.

—Ya, pero... segura que estás bien? —él sinceramente quería ayudarla en lo que sea, y si se tenía que aguantar la colera de maldecir y putear al cojudo de Canadá, lo haría, solo por ella.

—Mmmm bueno... —llevó un dedo al mentón— Creo que tal vez sí quiero otro abrazo —separó a la par los brazos, invitando al contrario a que se acomode en ellos, ella también quería darle algo de cariño, es bueno dar y recibir, algo mutuo que nace sin razón, y no tienes que explicarle a nadie.

Verdad?

—Okey okey, pero solo uno más —él se agachó un poco para quedar más a su altura y fundirse en un abrazo tan acojedor que podría jurar que se sentía en las nubes cálidas del atardecer, esas que se bañan y juegan con el matiz de la despedida del sol, esas que para unos nacen y para otros se despiden, esas esponjosas acolchonadas y regordetas, las que al verlas te quedas enbobado pensando en lo maravilloso que es tan solo ese instante y lo dulce que se siente.

Dejó recostar su cabeza en el pecho de la castaña y cerró fuertemente los ojos acomodándose mejor en este, ella no pudo evitar acariciar el cabello rizado y rebelde azabache.

‣ ωհαԵ ιѕ ℓονє? ; ₍🇦🇷🇵🇪₎.˚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora