Capítulo 9

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El maldito ambiente de la enfermería lo enfermaba, irónicamente. Odiaba ese puto olor a hospital, como solía llamarlo.

No podía quedarse quieto, tenía que dar vueltas sobre si o caminar de un lado a otro para relajar sus nervios. Cada vez subía más las sábanas de su compañera, revisaba su pulso, la observaba durmiente. Acalorado por la angustia y frustración colocó sus manos sobre el puente de su nariz, llavandolas para atrás despeinandose un poco el cabello. Ya cansado se paró con intención de acomodar las flores que le había obsequiado Japón en compañía de algunas amigas de México, quienes minutos antes la visitaron un rato.

-Mierda, no hay razón para que te comportei así aweonao -se regañó indignado golpeando su frente con dos dedos, evitando mirar a su compañera.

La doctora había dejado en claro que no sufrió severas leciones pero debían esperar a qué despierte y revisar mejor, faltaba poco para que el analgésico pierda efecto.

El ojiazul apretó fuerte sus puños. Posiblemente la profesora Italia se encuentre armandole bronca al director por tales negligencias de seguridad; deseaba que se hiciera justicia para su compañera, ese tipo de accidente no debía ocurrir en un Instituto tan prestigioso y caro como ese.

-También que eri' tan torpe -estaba seguro de que en el momento en que despertara le hiba regañar por andar de despistada.

Pero suspirar cada cinco segundos no le hiba a relajar los nervios.

Entre pensamientos sintió un caliente toque en el brazo derecho. Volteó al instante con impresión, México se encontraba recostada en la cama llamandole con un toque, silenciosa, inspecciosa y confusa. Él quedó mudo por los nervios. Sus pequeñas manos se sentían tan suaves, su mirada grande y brillante que le apachurraban el corazón otra vez.

-Me- Me- México...

¿Desde cuando tartamudeaba como cojudo?

Ella movió sus labios pero no soltó palabra, la pequeña se exaltó. Chile se quedó observandola.

La fémina se abalanzó apretando su camisa con algo de desesperación, sus ojos verdosos cristalinos se abrían a la par. Él preocupado llamó a una enfermera quién llego rápido.

-Porqué no dice nada? -cuestionó exaltado.

-Retirate voy a examinarla.

Angustiado el chileno esperó detrás de las cortinas con las manos entrelazadas, sudoroso y cansado. Nunca había sentido tan fuerte presión en el pecho, le dolía de cierta manera no saber que es lo que ocurre tras esas cortinas, pero no escuchar la voz de México pronunciar su nombre? Eso es... enfermizo.

Estrañaba esa voz chillona que es solía callar.

"México no puede, no puede, no puede!" pensaba asustado.

-Ya puedes pasar a ver a tu novia -comentó la enfermera abriendo las grandes cortinas que los separaban.

-Tsk, ella no es mi... -se quedó callado al verla resivirlo con una sonrisa "que cambio tan repentino de animo" pensó- México, cómo estai'? -se acercó a ella.

La pequeña dio un pulgar arriba, luego hizo señas colocando una X con los dedos sobre sus boca. Chile abrió los ojos sorprendido.

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⏰ Última actualización: Jan 14 ⏰

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