Ingresando en su vida

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Los horarios en la gran ciudad lo traían mal. Tenía que ajustar todas sus rutinas y hacer nuevas a causa de ello.
En su pueblo ir al supermercado era cosa de cuarenta minutos máximo entre ir, hacer las compras y volver, aquí media hora le llevaba llegar hasta el super.  《¡Agotador!》 Eso pensaba Gulf.                                                                                         
    Viajaba en  transporte público porque  no quería  sumar otra carga a su primo Krist, ya era suficiente con que le diera un lugar donde vivir. Hacía dos meses se había trasladado a Bangkok desde Phuket.
Sus padres lo enviaron alentados por la madre de Krist y éste lo recibió de brazos abiertos.   
   
Desde que los presentaron en su infancia se habían llevado muy  bien, no solo pasaron a compartir   parte de su familia sino que también compartían gustos en los juegos, música, comidas,  travesuras  y al ambos ser omegas se les facilitó su relacionamiento.

Tenían similitud de carácter, ninguno se imponía al otro llevándolos a desarrollar una amistad que se fue fortaleciendo con el tiempo. 
                                       
  Aunque perdieron el contacto "face to face" cuando la familia de Krist se mudó a la capital, ellos no abandonaron su relación.
Cada vez que podían  los Perawat  visitaban Phuket, algunas veces volvían al pueblo para descansar de la ajetreada vida en la  ciudad y en otras  se llevaban a Gulf en las vacaciones a ella. 

Krist fue quien mas rogó a su madre para que convenciera a su tío de dejarlo mudarse.               
Sus motivos eran varios, el no sólo extrañaba a su "hermano" como solía llamarlo si no que también quería que Gulf tuviera otras oportunidades de salir adelante.

Ellos siempre fueron tímidos en ambientes de mucha gente y al mudarse a una ciudad tan grande a Krist no le quedó de otra más que adaptarse, viendo con el tiempo que no era tan malo como creía.

Si bien no podía hacer amigos tan fácilmente, los pocos que tenía valían oro.                                          Quería compartir eso con Gulf, quien seguía en su zona de confort sin darse la chance de experimentar cosas que  podrían cambiarle la vida.

Desde que Gulf cumplió la mayoría de edad le había estado pidiendo que se mudara con él y éste siempre le ponía  una excusa distinta para desechar la oferta.

Al cumplir los veinte se volvió mas insistente pues estaba convencido que era lo que su hermano necesitaba.
Tenía información de buena fuente que la timidez de Gulf  iba en aumento y como el pelinegro le seguía dando largas al asunto, no tuvo mejor idea que pedir a sus padres que intervinieran en la situación. 
                                                    
  Así fue como a sus casi veintidós años estaba buscando trabajo en Bangkok. Si bien vivía en el amplio apartamento de su primo, se rehusaba a estar en condición de mantenido.
Podía trabajar en el restoran que Krist tenía con su socio, pero la gastronomía definitivamente no era lo suyo.     
          
Su visión de cocinar era muy simple. Si se mezclan en una olla cosas comestibles el resultado debería ser de igual manera comestible, ¿no? aunque aplicar esa receta no siempre le trajo buenos resultados. 
                                            
En fin, ahí se encontraba apretado en el pasillo del bus, con una mano sostenía firmemente la mochila contra su pecho pues en ella guardaba celosamente el currículum que Krist lo había ayudado a actualizar, mientras que con la otra se sostenía del pasamanos para no caerse cada vez que el ómnibus frenaba.

Una hora, una maldita hora  demoraría en llegar hasta el lugar de la entrevista. Era la 5ta en la que se presentaba esa semana. Estaba considerando volver con sus padres si no conseguía un empleo pronto. 

Mientras no sueltes mi manoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora