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—¡Daozhang! —corrió A-Qing después de que Xue Yang se alejara. Tomó el cuerpo del doncel embarazado y verificó si todo marchaba bien—. Es un monstruo, ¿cómo pudo hacerle esto?

A-Qing estaba angustiada por el bienestar del bebé, había visto al taoísta con ese rostro contento cuando le habló de él que, le dolería saber que murió.

—Está vivo... —Aliviada, soltó un suspiro y usó todas sus fuerzas para arrastrar al mayor a un lugar donde pudieran atenderlo. Dejó el cuerpo bajo la sombra de un árbol, para que esté fresco y el bebé pueda resistir hasta que llegue la partera—. No tardaré, Daozhang, resista por favor. —Se inclinó hasta el suelo y salió corriendo al pueblo.

Durante su ausencia, Song Lan mantenía la misma expresión dolorosa de su muerte. Las grietas en su cuello, la sangre deslizándose por sus labios y los ojos húmedos por tanto llorar. El aroma a muerto atraía a los cuervos, volando alrededor de su cena. Hubiera sido comido junto a su hijo, pero alguien se encargó de espantarlos y gritarles que ese hombre le pertenecía.

—¡Yo soy quien le dará fin! —vociferó con enojo y asesinando a las aves carroñeras que luchaban por su cena. Al final, resultó espantando a la parvada—. Aquí estabas.

Cayó sentado en el suelo en posición de loto, mirando por unos segundos el cadáver de ese taoísta. Estaba orgulloso por lo que había logrado, destruyendo por fin al doncel testarudo que interfería en su vida. Con esa amplia sonrisa, pasó su mano por el abultado vientre, riéndose por la muerte épica de aquel bastardo; no hasta que sintió sus movimientos.

—Sigues vivo, ¿eh? —continuó acariciando— No te rindes después de que el Daozhang Xingchen te clavó su espada. —Descubrió el vientre de su supuesto amado y acercó sus labios al mismo—. Tenías que ser mi hijo, la hierba mala nunca muere.

Dejarlo morir en el vientre de su madre era una grandiosa idea, que los cuervos picoteen hasta reventar el estómago del doncel, extirpando el feto y comiéndolo mientras sigue retorciéndose. Pero, ¿dónde quedaba la diversión?

Otra idea era sacarlo del vientre y encargarse por sí mismo, escuchando el llanto de su criatura mientras presiona su cuello hasta que sus ojos salgan de sus cuencas, o ahogándolo en el río más cercano cuando siga chillando por su alimento. La imaginación del delincuente se salía de control con cada idea de tortura que salía de su cabeza, pero estaba seguro que quería hacer una de esas divertidas travesuras.

—No quiero que te alejes de nuestro hijo, te lo enviaré en un momento, mi querido Zichen. —Sacando la navaja de su túnica, descubrió mejor el vientre y deshizo el hanfu del taoísta, dejándolo casi expuesto ante los ojos que aún anhelaban su carne—. Los cuervos presencian el nacimiento del hijo de un cultivador demoníaco, hubiera sido emocionante si estuvieras vivo y rogando por calmar los dolores de parto.

Xue Yang no estaba lejos de los deseos del doncel. Song Lan había querido tener a su pareja a lado mientras daba a luz al hijo que engendraron, tomando su mano y recibiendo consuelo cuando el bebé coronaba. Incluso si estaba solo, quería tenerlo en sus brazos después de esas complicadas horas de parto. Acurrucarlo en su pecho y admirar al ser que cargó durante esos meses.

Otro sueño frustrado para Zichen

La navaja hizo un fino corte en la parte inferior del abdomen, la tierra se tornó carmín al igual que las manos del delincuente. Capa por capa, estaba a poco de cortar la bolsa donde el bebé estaba. Mientras la cuchilla hacía su trabajo, Xue Yang no dejaba de fingir consuelo hacia el difunto doncel, besando su rostro y diciéndole que todo marchaba de maravilla. La mano del menor estaba tocando la cabeza, sonriendo triunfante por hallar a su hijo. La túnica negra que llevaba el daozhang fue de utilidad para recibirlo, presionando un poco más el vientre y viendo como sus manos se llenaban de sangre y placenta. Podía ver su cuerpo salir de ese encierro, sostuvo con cuidado su cabecita y solo pudo escuchar el llanto resonar por todo el bosque.

𝐂𝐚𝐦𝐩𝐚𝐧𝐢𝐥𝐥𝐚 𝐝𝐞 𝐢𝐧𝐯𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨 - 𝐗𝐮𝐞𝐒𝐨𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora