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—Puta miserable, ¿no te conformaste con que me haya metido entre tus piernas?

Cada palabra era como otra cuchilla que perforaba su corazón. Había hecho mal en enamorarse de un psicópata como lo es Xue Yang. Por ese maldito sentimiento se encontraba arrodillado, escupiendo la sangre de la herida que le ocasionó en su boca. Lloraba por misericordia, no deseaba morir antes de conocer al fruto de ese supuesto amor.

—Llorar no te sirve de nada. —Aquella voz retumbaba en su oído, un susurro letal que quebraba su alma —. Nunca debiste venir, probablemente estaría vivo si no fueras tan imbécil.

Enojado, decepcionado, todos esos sentimientos negativos se mezclaron en su interior. Quería venganza, quería ver la sangre de ese loco correr por el suelo.

—¡AAAAH! —levantó a Fuxue con las últimas fuerzas que le quedaban. Prefiere hacer justicia propia antes de que su alma termine lamentándose por toda la eternidad.

Lástima que no pudo hacerlo.

Xiao Xingchen saltó del tejado, empuñando su espada escarchada, lista para ser clavada en el cadáver del cual le advirtió Shuanghua. El cortar de la carne alegró tanto al delincuente, pues la espada había atravesado al bastardo que Song Lan llegaba dentro.

—Daozhang, fallaste. —A paso lento, se dirigió donde estaba el ciego, sosteniendo la muñeca que empuñaba a Shuanghua. La espada de Xiao Xingchen salió con un chorro de sangre, Song Lan ya ni podía gritar —. Su corazón, así podrás matarlo por completo.

El taoísta de negro lo observó desde abajo, intentando pronunciar el nombre de su amigo para que pueda salvarlo. Xue Yang estaba atento a cada movimiento, temblando por lo cerca que estaba Fuxue de los dedos del Daozhang. Sin embargo, Song Lan terminó por rendirse, aceptando su destino en silencio para que el ciego no termine sufriendo por algo que no hizo con maldad. Fue así que la espada escarchada atravesó el corazón del doncel, entrando hasta perforar por completo. Zichen cerró los ojos con tanta fuerza, que sus lágrimas terminaron de salir. Abrazó el bulto que tenía en su estómago, disculpándose con el bebé que no pudo conocer el mundo.

—¿Trajiste las cosas para la cena? —sereno preguntó.

—Claro que sí, pero este asqueroso cadáver se cruzó en mi camino. ¡Qué mala suerte! —vio como el doncel seguía llorando, acariciando el enorme vientre que cargaba, pero es cuestión de tiempo para que pierda la conciencia.

—Bien, estaré esperándote adentro, no tardes.

"Xingchen... Detente por favor. No avances tan deprisa, ayúdame por favor".

Era lo que decía internamente, viendo al taoísta de blanco desaparecer en aquella casa. Por otro lado, el delincuente se quedó para admirar la miseria de su "amado" doncel.

—Amor, lo siento tanto. —Palabras vacías, solo eso —. Es una pena verte perdiendo al bebé que tanto esperaste. Ja, no puedo olvidar el día en que me pediste preñarte. —Era gracioso, una burla para Xue Yang — "A-Yang, quiero parir a tus hijos" JA, JA, JA, ¡Eres tan patético!

Song Lan tenía la miraba pegada en el suelo, arrepintiéndose de cada cosa del pasado. Odiaba ser un doncel, uno débil e iluso que dejó que lo lastimaran a tal punto de asesinarlo y quitarle lo que más deseaba. Su maestro le advirtió de esto, no dejarse llevar por su corazón traicionero que no pensaba más que en una felicidad inalcanzable.

—Fue lindo follarte mientras duró. —Pateó el cuerpo moribundo del taoísta, dejándolo muerto al fin.

"Si tan solo no me hubiera caído en tus encantos, habría encontrado a Xiao Xingchen antes que tú".

Lamentarse ya no sirve de mucho, pero pedir por el prójimo tal vez funcione. 

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Mañana continuaremos, vamos con esta primera parte pasar conocer que piensan. ¿Qué debería pasar? ¿Podrá hacer algo Xiao Xingchen?

Ustedes saben que es incierto lo que yo puedo hacer, puedo hacer un final bueno como malo, pero todo depende de las personas que lleguen a leer esto y sus opiniones.

Bueno, mis lectoras, yo las leeré mañana, bye bye uwu 

𝐂𝐚𝐦𝐩𝐚𝐧𝐢𝐥𝐥𝐚 𝐝𝐞 𝐢𝐧𝐯𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨 - 𝐗𝐮𝐞𝐒𝐨𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora