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[𝐇𝐚𝐥𝐟 𝐯𝐚𝐬𝐞 𝐨𝐟 𝐲𝐚𝐫𝐧]

Un año atrás

El destellante sol de primavera iluminaba las praderas. Las aves revoloteaban junto a las flores que abrieron sus pétalos ante aquella estrella brillante. En ese paisaje, digno de admirar, caminaba un sereno taoísta de negro, contemplando la llegada de la primavera. El cantar de los pájaros lo acompañaba en su viaje, sintiéndose uno con la naturaleza y presumiendo su pequeña sonrisa.

Los pocos aldeanos que lo vieron viajar, caían enamorados por la belleza de un hombre como ese, y no era cualquiera en su tipo. Sino un divino doncel que llevaba la cabeza en alto, teniendo una postura correcta y un delicado andar. Entre los habitantes, comentaban que se trataba del cultivador Song Lan, uno de los donceles errantes que realiza buenas acciones junto a su compañero Xiao Xingchen. Solo que, pasó bastante tiempo desde que se separaron; nadie conocía los motivos. De todas maneras, el joven taoísta no pasó desapercibido de los líderes de clanes menores, quienes deseaban cortejarlo u ofrecerlo ante sus hijos. Pero obvio, ¡no estamos hablando de cualquier doncel!

—Ahí va, el doncel más precioso del Pabellón de la Nieve. —Detrás de los árboles, un grupo de cultivadores lo observaban con cautela—. Quién fuera digno para que le de descendientes así de hermosos.

Con esa belleza, era lógico que los hombres superiores anhelaban tenerlo. Él, junto al difunto Patriarca Yilling, son el par de donceles más bellos y de buena figura que el mundo de la cultivación pueda tener.

—¿Puedo ofrecerles algo? —Song Lan interrumpió al grupo de jóvenes, haciendo que se petrificaran en su escondite.

—Oh, lo... lo siento maestro Song Zichen, no queríamos incomodarlo. —Era suerte que esos cultivadores sean educados, no como otros depravados que encontró en su camino.

—Muy bien, entonces creo que pueden dejar de espiarme. —Tan frío como su título lo menciona, cualquier hombre caía derretido ante esa filosa mirada y voz gruesa.

Fue alejándose lentamente, perdiéndose entre los árboles.

—Espero pueda encontrarse con su mejor amigo, —comentó uno del los cultivadores espía— pues muchos dicen que estaban enamorados.

—Ojalá los dioses te oigan, detestaría saber que alguien le hizo daño.

—Pero tampoco podemos hacer nada si eso pasa, él es como un halcón: libre y solitario.

Tal y como dijo aquel chico, Song Lan estaba conforme con su libertad y soledad, es por eso que nunca se enamoró, ni mucho menos se casó. A cada pueblo que iba, los pueblerinos intentaban seducirlo, pero era un fracaso total. Los líderes le ofrecían dinero y costosos regalos, pero la regla de un taoísta es no ser codicioso.

[𝐀 𝐥𝐨𝐬 𝐛𝐨𝐬𝐪𝐮𝐞𝐬]

—Maestro Song, acepte estas gallinas como una propuesta. —Esta vez, se trataba del hijo de un clan pequeño, teniendo a sus sirvientes sosteniendo un par de gallinas y joyas caras.

—No gracias, las plumas me provocan estornudos. —Bebía tranquilamente su taza de té, ignorando la tristeza de joven.

—Lamento molestarlo, Maestro. —Song Lan puede ser un amargado, pero nadie se atrevía a reprocharle por su exigencia a la hora de escoger pretendientes. Así que, el joven se despidió de él con una reverencia.

Otra vez rodeado de la soledad, sin que nadie lo halague por su belleza o le regale cosas. Sin embargo, ese no era el problema para Song Zichen, sino la ausencia de alguien que animaba sus días con chistes pésimos. Así es, hablamos de Xiao Xingchen, el taoísta que le recitaba poemas cursis, el que jugaba en los viajes y quién le robó su primer beso. Aún recuerda ese día, estaban en una cacería nocturna, luchando contra un fiero monstruo. Cuando por fin pudieron derrotarlo, Xiao Xingchen corrió alarmado por las heridas que le causó la bestia; curando y limpiando cada raspón.

𝐂𝐚𝐦𝐩𝐚𝐧𝐢𝐥𝐥𝐚 𝐝𝐞 𝐢𝐧𝐯𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨 - 𝐗𝐮𝐞𝐒𝐨𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora