❄︎ 4 ❄︎

98 11 2
                                    

La primavera ha llegado, las flores abren sus capullos y los árboles florecen para dar frutos. Entre la basta vegetación, dos risas peculiares avisaron la llegada de esta hermosa estación, convirtiendo ese alegre sonido en maravillosos cuentos.

¿De qué trataban?

Según los aldeanos, esas risas solo son escuchadas con la llegada de la primavera, siendo dos almas puras quienes corrían por el bosque. Muchos comentan que se trataba de dos jóvenes que llevaban ropas de colores opuestos, como si uno fuera el Yin y otro el Yang. Y no solo eso, también eran protagonistas de la llegada de las demás estaciones, siendo distintos los cambios de emociones entre ellos.

—Hoy nuestros queridos taoístas ríen y ríen, ¿no es así? —reafirmó un vendedor, alegrándose por escuchar tan sonoras risas.

—Debo admitir que la primavera es la mejor época del año, pues es la única vez que los escuchamos reír.

Durante las frías nevadas de invierno, claramente puedes escuchar a uno de ellos llorar. La gente temía de ellos en un principio, debido a que se asomaban por las ventanas y sus lágrimas, espesas y rojas, caían por sus mejillas. Sin embargo, años después, el pueblo dejaba talismanes que fueron donados por los demás clanes, siendo esto una ayuda para que esas almas se alejaran.

—Song Lan y Xiao Xingchen, golpean las campanillas cuando están cerca, rondando por el pueblo.

La brisa era helada por donde pasaban, haciendo diferencia con el viento cálido de la primavera. No obstante, todos sabían que eran almas indefensas que solo buscan ser comprendidas y apoyadas. Es por eso que, luego de cinco años, los clanes superiores enviaron a sus mejores cultivadores para dar paz a esas pobres almas.

—Oí que enviarán al Segundo Jade para que solucione el problema, tal vez él los haga entrar en razón.

—Las almas no razonan, yo creo que enviarán a alguien de Yummeng y desintegrarán esas almas por completo.

Un sinfín de suposiciones, pero solo uno tenía razón. ¿Quién creen que sea?

[. . .]

—Realmente débil, ¿así esperas convertirte en un cultivador? —Esos ojos perversos jamás desaparecieron, el resentimiento se hizo presente durante esos cinco años.

—Me duele el brazo, papá...

—Eso a mi no me interesa, —regañó— los cadáveres no esperarán a que te recuperes.

La escena de padre e hijo daba pena a quien lo viera. Otros le dan la razón porque ser hijo de un cultivador no son puros juegos ni diversión. Solo que... había una persona que los miraba con dolor y resentimiento.

—Tu madre fue igual de inútil, ¿quieres acabar como él? —enfurecido por la debilidad de su hijo, obligó al pequeño a mirar el podrido títere que era su cuerpo, aterrado por sus rugidos, ojos blancos y grietas negras que corrían desde su cuello.

—¡Papá, detente! —gritó atemorizado, ocultándose tras su progenitor.

—Si quieres que me detenga, clava la espada en su pecho, ¡demuéstrame que no eres un bastardo inútil!

Era un niño que no diferenciaba lo bueno de lo malo, lo único que sabía que era correcto era acabar con ese fétido cadáver. Pegando un grito de valentía, corrió para tomar impulso y atravesar el cuerpo de su olvidada madre.

El filo del cuchillo hizo eco cuando fue clavado en la carne, las expresiones en ese momento eran varias: felicidad, orgullo, dolor, nostalgia y miedo. Xue Sying tenía la mirada clavada en el suelo, evitando ver los ojos negros del horrendo ser que tenía en frente. No obstante, la curiosidad de verlo derrotado lo invadió. Levantó la mirada precavidamente, observando poco a poco las grietas en el cuello, la boca expulsando sangre y saliva fusionadas, pero lo más impresionante fue ver su rostro deprimido. ¿Cuándo vio un cadáver melancólico?

𝐂𝐚𝐦𝐩𝐚𝐧𝐢𝐥𝐥𝐚 𝐝𝐞 𝐢𝐧𝐯𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨 - 𝐗𝐮𝐞𝐒𝐨𝐧𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora