↳ Prólogo

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—¿Podemos irnos ya?

—No.

—¿Podemos irnos ya?

—¡Que no, _____! —contestó el mayor por quinta vez, ya harto de repetir lo mismo.

El hombre recobró la compostura y peinó su cabello hacía atrás, bufando y sacando toda su frustración a la vez.

—Papá, tú dijiste que podía tener todo lo que quería si te lo pedía o luchaba por ello —reclamó la niña—. ¡No estás cumpliendo tu parte del trato!

—Lo sé, _____ —el hombre tomó a la niña en brazos y la sentó en una silla acolchonada en la larga mesa de la sala de reuniones. Se agachó hasta quedar a su altura—.  Pero hoy no te puedo cumplir eso, este hombre necesita de mi ayuda y no podemos irnos simplemente así, ¿lo entiendes? —dijo compasivo, intentando lograr que la niña comprendiera cómo funcionaban las juntas de negocios.

La niña bufó y cruzó sus bracitos.

—Bien, pero que sea rápido.

—Lo será, princesa —peinó el pequeño flequillo de la niña hacia atrás y besó su frente.

Un par de golpes sonaron en el pino de la puerta, el hombre se levantó y abrió la madera. Encontrándose con un joven hombre vestido con un traje color piedra oscura y una corbata color vino tinto; con él entraron unas carpetas de colores y un gran número de papeles dentro de ellas en sus brazos.

—Están aquí —habló el recién llegado. El hombre hizo una seña asintiendo con la cabeza y el de traje color piedra entendió—. Pasen.

Junto con sus palabras, ingresaron a la habitación dos desconocidos.

_____ ni se inmutó. Ella miraba para abajo, jugando con sus pies; golpeando de vez en cuando sus zapatos de charol negro y a su vez, desgastando los talones de estos. Ya estaba más que acostumbrada a las "reuniones" de su papá. Siempre la llevaba con él a todos lados, con la excusa de que tenía que aprender el oficio familiar desde muy pequeña, para que cuando sea su turno de dirigir lo haga correctamente, o tal vez porque siente la gran responsabilidad de no dejarla sola...

No después de que su madre la abandonara por su culpa...

Pero esa es otra historia.

—Gran All For One, lo estaba esperando —el padre de la niña estrechó la mano con el hombre de cabello albino.

—El gusto es mío, gracias por unirse a la causa.

—Yo siempre apoyo a aquellos que necesitan un apoyo monetario, usted no sería la excepción —soltaron sus manos—. Sentémonos y hablemos más de esto. Yuuji, ¿podrías traernos un poco de café?

—A la orden, señor Oto — dejó las carpetas en la larga mesa y salió de la habitación.

—Estimado Oto, te presento a mi discípulo —hablo el villano—. Su nombre es Tomura Shigaraki, sé cortés Shigaraki.

—Hola... —dijo el niño de cabellos celestes con una voz alarmantemente grave para su edad.

Aquello llamó la atención de _____.

«¿Había otro niño aquí?» pensó la infanta.

Siempre creyó que iba ser la única menor en este tipo de reuniones, dejó de jugar con su lustre calzado y levantó la mirada. Observando con sus ojitos (c/o) a el otro infante. Era un niño; el primero que había visto en varios años. Era pequeño, tal vez unos 8 u 9 años, con cabello ligeramente rizado color celeste como el encaje de su vestido victoriano; a diferencia de ella, el pequeño venía vestido con una especie de pijama completamente negra mate y portaba unos accesorios en forma de manos perfectamente talladas que cubrían su rostro, cabeza, cuello, brazos y pectorales.

Ugly boy. ↳ [tomura shigaraki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora