Capítulo único

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Frank había estado esperando a su padre más de lo normal después de salir del entreno de fútbol, se había sentado en la calzada cuando vió el coche aproximarse.
Maldijo a su padre y se puso de pie mientras este aparcaba a su lado. Frank dejó su mochila del colegio y la gran de entreno entre sus piernas y se giró hacía su padre quién lo miraba sonriente.

-Estás sonriendo, eso no es bueno... -dijo Frank mientras él ya había empezado a conducir hacia el lado contrario de donde se situaba la casa Iero.

- ¡Obvio Frankie! Es tu cumpleaños, y vamos a por tu regalo, ¿te has duchado? - preguntó viendo a su hijo solo de reojo, éste asintió levemente.

-No iremos a la RedHouse Blues, ¿verdad? Dime que no. - Frank rogaba con sus palmas unidas y un puchero enorme.
Recordaba, que su padre le dijo hacía años que cuando cumpliera 17 le llevaría "a un lugar para perder su virginidad" y eso al menor no lo hacía ninguna gracia.

- Lo pasaras bien... - musitó el mayor en respuesta, girando a la derecha en un cruce.

- ¡Papá no! No quiero ir. No voy a ir. No. - dijo cruzándose de brazos y negándole la mirada al otro.

- Eso lo dices ahora...Pero luego te gustará. - rió.

- ¡No! ¿Por qué no puedes ser como los demás padres? Comprame una guitarra o...un coche. ¡Pero no un putón papá! - gritaba alterado el chico, pero ya habian llegado al parking del local y la puerta del coche ya estaba abierta, esperando a que saliera. Frank suspiró y salió frustrado, viendo el enorme local teñido de rojo y con sus respectivas extravagantes luces.

-Te voy a odiar toda mi vida por esto. - susurró acomodándose la camisa de su uniforme escolar y cogiendo con más fuerza su mochila entre los brazos.

Los dos hombres entraron en el local y pronto a la derecha de Frank apareció una rubia adorable vestida de traje.

- Señores Iero ¿verdad? -dijo con una sonrisa y ambos asintieron. Frank se preguntaba por dentro como la chica sabía quienes eran, aunque seguramente su padre ya hubiera aparecido por ahi varias veces.
Había luces, luces por todas partes y chicas, muchas morenas. La música sonaba alto y los cuerpos de las bailarinas parecian no cansarse de subir y bajar por aquellas barras con brillo metálico. Frank hizo una mueca de asco y siguiendo a la rubia de antes subieron al segundo piso. Allí un largo pasillo llevaba a una pequeña sala de espera, parecida a la de un dentista, pensó Frank.

-Esperen unos minutos y serán atendidos. - dijo la chica retirándose de allí. El menor bufó sin saber como se libraría de esa. Entraron a otra sala y se sentaron en dos de las muchas sillas pegadas a la pared. Frank bufó de nuevo sintiéndose débil de pronto, quizás si se desmayaba le llevarían a casa, pensó.

Al final de la sala había una puerta con un cartel blanco:

"Gerard Way" - Leyó el avellana y sus ojos se abrieron como platos, lanzando una furiosa mirada a su padre.

- ¡Papá es un hombre! - casi gritó, a lo que su padre rió.

-Claro, ¿crees que no se lo que le gusta a mi niño? - movió las cejas de arriba abajo varias veces y Frank sintió que ahora si, realmente se desmayaria.
La dichosa puerta se abrió y un hombre ojiazul apareció con una sonrisa.

- Frank, Gerard te espera, puedes pasar. - dijo estirando las mangas de su traje.
El menor negó rápidamente con la cabeza.

- Dile a Gerard que no voy a entrar. - respondió cruzándose de brazos con el ceño fruncido.

-Vamos hijo, no tengas miedo. - lo calmaba el mayor.

- ¡No es miedo! Es que... Es que no quiero y ya. - gritó yéndose hacia la puerta.

Innocence For Days -OS frerarđ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora