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Aún así dices mi nombre

Creaste los cielos, creaste la tierra y la afirmaste; separaste las aguas de las aguas y descubriste lo seco. Todo lo que habita en los cielos, en la tierra y en las profundidades de las aguas lo creaste con solo una orden.

Formaste al hombre del polvo de la tierra, y soplaste en él aliento de vida; te tomaste tu tiempo formándolo, y a imagen y semejanza tuya lo creaste.

Y todo lo que creaste lo amaste aún antes de que fuese creado; y tiempo pasó desde tu creación, y por alguien que formaste del polvo de la tierra te entregaste y vida nuevamente en él soplaste.

¿Y qué puedo decir de mí? Solo sé que en el vientre de mi madre me formaste y que mis ojos vieron tus ojos.

Me has escogido a mí, tú que creaste todas las cosas, tú que conociste mi pecado y me has perdonado; tú que aún sabiendo que no lo merezco me has salvado y me has amado eternamente.

Me has corregido con amor las veces que lo he necesitado, has sido paciente conmigo mientras me has enseñado, te has quedado conmigo cuando todos se han marchado y hoy te amo, porque primero tú me has amado.

Tú siendo Dios todo poderoso con amor eterno me amas, a mí que fui formada por ti del polvo; me has dado de ti a mí que tantas veces te he fallado y me amas, tú me amas.

No has tenido en cuenta mis errores, siempre a ser mejor me ánimas; tu misericordia, amor y gracia me han alcanzado, hasta has dejado noventa y nueve por mí, a tal punto que siendo tú Dios todo poderoso, aún así dices mi nombre.

Liliana González

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